Imágenes de páginas
PDF
EPUB

sipando el nublado de la ignorancia. Sin contar con el portentoso Tostado, qué les habia precedido atrayéndose la admiracion de los Padres de Constanza, y cuyas obras publicó Cisneros, continuó formándose una serie no interrumpida de ingenios eminentes, como el famoso Vives, Sepúlveda, Lebriją, Oliva, Zamora, Cano, Granada, Leon, Mariana y otros varones semejantes, de opiniones y gusto muy distintos de los que reinaban en las escuelas; opiniones que, divulgándose poco a poco en la nacion, generalizaron la crítica, las ciencias y el saber, y ganaron bastante concepto para interesar al trono, escitando el eco popular de las declamaciones: y asi fue que junto el reino en Cortes en la villa de Madrid en tiempo de Felipe IV, se presentó un resumen de los agravios que sufria la monarquía en los tribunales eclesiásticos y provision de beneficios avocados á Roma, con cuyo motivo se redactó el célebre memorial de Chumacero y Pimentel, presentado de orden del Rey en 1633 á la Santidad de Urba no VIII. Este memorial verdaderamente clásico, y uno de los documentos que forman el hi

lo y cadena de mis ideas, nos introduce en el siglo XVII, y nos acredita tanto la independencia de la Iglesia cuanto el progreso de las luces, y el punto fijo en que debe apoyarse la política de la Corona para sostener los derechos de la nacion y el respeto á la Santa Sede.

8. Por de pronto se advierte desde el primer número que el reino junto en Cortes, des

plegando á un mismo tiempo que la libertad civil su amor á la paz y celo religioso, y guardando la dignidad de un pueblo magnánimo y católico en su lenguage, hace su profesion política clara y sencillamente rogando á S. M. en estos términos: "Que como patron de las Iglesias se interponga en el modo que fuere mas conveniente, para que Su Santidad provea de pronto y eficaz remedio á los intolerables daños que se padecen, como se debe esperar de su paternal oficio." Esta entrada, por decirlo asi, de la súplica de las Cortés, lleva consigo úna recomendacion á la posteridad muy respetable, manifestándose desde luego en ella su celo por la causa pública, su ilustracion en la política, șu amor á los monarcas y obediencia filial á los Pontífices, sin perjuicio de recordar con energía á tan altas autoridades la observancia y cumplimiento de los cánones. En consecuencia prosigue despues el memorial denunciando en el capítulo 1. las pensiones que se imponian sobre las rentas eclesiásticas de España á favor de los estrangeros. En el 2. se quejan las Cortes del esceso de las referidas pensiones, especialmente de los beneficios curados; se estienden á las coadjutorías con futura sucesion, asignaciones de beneficios, de los espolios, de las vacantes de los obispados, y á los abusos con que se ejercia la Nunciatura. No me detengo en la enumeracion de todas y cada una de las razó nes alegadas en aquel bien conocido memorial, tan indisputables como patentes á primera vis

[ocr errors]

ta, y á las que el adelantamiento de las letras ha dado un distinguido lugar eternizándolas en la historia; pero no puedo dispensarme de insertar su terminacion, muy á propósito para imponernos en el espíritu de aquella edad, y que á la letra es como sigue: "Y pues ha sido »> nuestro Señor servido dar en tiempos tan ca»lamitosos por Vicario á su Iglesia la Santidad » de nuestro beatísimo Padre Urbano VIII, de >> cuya benignidad y clemencia se puede esperar » seguramente condescenderá á los justos rue»gos del Rey, y que cumpliendo con las obli»gaciones de su pastoral oficio ayudará á la re» formacion de los escesos que hasta aqui han »corrido por no haberse representado, no pue » de haber tiempo mas oportuno para que V. M. »>interponga su intercesion y proteccion real, » suplicando á su Beatitud se sirva proveer el »remedio de los daños que se han referido, pa»>ra que en los felicísimos tiempos de V. M. es»tos reinos rediman el grave yugo que los opri» me, y les ha de acabar si se dilatase el reme» dio, y el estado eclesiástico se restituya á su antiguo esplendor y primitiva pureza, con la >> renovacion de los sagrados cánones y observa>>cion de los Concilios y decretos de los Santos » Padres." dat

Reflexionando ahora sobre el tenor de la conclusion insertá advertimos primeramente, que hasta aquella época no se habia representado en forma á la Santa Sede acerca de los grayámenes y abusos que agobiaban la nacion;

lo que patentiza cuán radicados se hallaban en aquellos tiempos, no habiéndose pensado siquie ra en combatirlos de un modo ó de otro. Esta observacion, aunque al parecer ligera, la considero de peso y de importancia atendiendo á que, proponiéndome por objeto principal y preferente el conciliar la real autoridad con la pontificia, conviene llevar en cuenta el curso de la civilizacion en cada siglo, para no imputar á los reyes y á los Papas las preocupaciones dominantes de los tiempos, sin escepcion de clases ni de personas. Prévia esta advertencia interesante no omitiré corroborarla, llamando en seguida la consideracion de V. M. hácia los principios profesados por las Cortes y el Rey, asistido de gran número de prelados, personas doctas de ambas profesiones y catedráticos de universidades (segun se espresa á continuacion del memorial); todos los que, asi como convinieron unánimemente en solicitar del Papa la reparacion de tantos agravios y un pronto y radical remedio, no dudaron ni remotamente de que la autoridad legítima y privativa para llevar á cabò tan importante medida residia en el Sumo Pontífice, que es puntualmente la doctrina que estoy sosteniendo, sin cesar de acumular distintas pruebas, en el contesto de mi esposicion. Tendria por superfluo insistir nuevamente en este punto, ya tan demostrado, si no hubiese leido con frecuencia en las sesiones de Cortes repetir á cada instante los diputados el nombre de Chumacero y Pimentel, denunciando á la

[ocr errors]

་ འ

execracion del pueblo á los actuales Obispos est pañoles, suponiéndoles máximas opuestas á las de aquellos célebres estadistas: pero si durante el despotismo ministerial han logrado seducir impunemente á los esclavos de la corte, sin miedo de que tales imposturas fuesen descubiertas, no sucede lo mismo en la época presente, en la que con el derecho de libertad de imprenta basta haber insertado la conclusion del memorial para desconcertar todos sus sofismas, porque del contenido literal resulta que las Cortes, en union de S. M. Felipe IV, no reconocian otra autoridad para arreglar las materias eclesiásti cas que la del Sumo Pontífice. Esto mismo es lo que profesan ahora los Obispos españoles, y por esta causa se deniegan firmemente á someterlas á la déliberacion definitiva de los cuerpos legislativos, y reputan como el mayor vilipendio de su dignidad, que un prelado que lleva pendiente al pecho la cruz de Jesucristo se prosterne delante del ídolo del mundo, aun para clamar en beneficio de los bienes temporales de la Iglesia, pues el que cede de la independencia , por mas que esfuerce la voz en los discursos, contemporiza y la vulnera en lo mas sustancial de su doctrina.

Cierto es que Chumacero y Pimentel no adelantaron entonces nada en las negociaciones: pero este punto ofrecia mas dificultades de las que los declamadores modernos se figuran, y en el que acaso no están impuestos como se imaginan, porque los mas de ellos, arrastrados

« AnteriorContinuar »