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jer como madre, como esposa o amante, como hermana i como hija mantendrán siempre vivo el fuego de la caridad ila armonía universal; pero no absorverán ese fuego. I es por eso que tengo miedo al matrimonio".

"El celibato es la condicion necesaria del que se consagra a la humanidad i a Dios. Gregorio VII vió mas claro en esto que Lutero. Ante el apostolado católico ¿qué son las virtudes caseras del clero protestante? Newton i creo que Humbold murieron solteros. Ese fuego devorador de la ciencia necesita elementos combustibles mas puros que las molestias caseras que trastornaban al pobre Schmelzle de Jean Paul Richter".

"Sin embargo, cuando no nos sentimos con bastantes fuerzas para el sacerdocio de la virtud o de la ciencia, debemos volver al matrimonio para reanimar el fuego sagrado".

Antes de concluir, haremos mencion, del acendrado i especial afecto que profesó siempre Carrasco Albano a su amigo inseparable, compañero de colejio i de profesion, el insigne escritor don Benjamin Vicuña Mackenna, a quien defendió con noble civismo i calorosa desicion, en un proceso político iniciado contra él a principios de la revolucion de 1859, i este ilustre mandatario, correspondiendo con relijiosa lealtad a tan afectuosos recuerdos, ha querido honrar dignamente i hacer imperecedera la memoria de su malogrado amigo, mandando erijir una biblioteca que lleva su nombre en el pintoresco i bellísimo paseo del cerro de Santa Lucía.

Manuel Carrasco Albano era de estatura elevada, bien formado, frente majestuosa algo inclinada hácia atras, tez lijeramente morena i sonrosada, ojos negros, grandes i luminosos, centellante de intelijencia i fuego i de una fisonomía abierta i simpática, que reflejaba una robustéz que por desgracia era solo aparente.

Desde el año de 1861 en que cayó enfermo hasta el de 1873 en que ha fallecido, arrastró una existencia penosa, durante la cual tuvo algunos lúcidos intervalos en que manifestaba cuan profundo i fervoroso era el misticismo de que se sentia poscido. "Mi alma se derrama en la oracion," decia en una carta de esa malhadada época, "como la flor en perfume."

Murió el 26 de junio de 1873, a consecuencia de un violento ataque de tísis pulmonar, en el acreditado Hospital de Northampton, Massachussets, donde la familia lo habia enviado, en la esperanza de obtener su mejoría, siendo infructuosos todos los esfuerzos de la ciencia, así como las delicadas atenciones i cuidados que le prodigó el digno director de ese establecimiento, Dr. Pliny Earle.

MEMORIA

PRESENTADA ANTE LA FACULTAD DE LEYES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

POR DON JUAN MANUEL CARRASCO ALBANO, EN EL MES DE MARZO DE 1855, SOBRE LA NECESIDAD I OBJETOS DE UN CONGRESO SUD-AMERI

CANO.

Señores:

La civilizacion, en su marcha progresiva, ha tendido constantemente a acercar las diversas fracciones de la humanidad. En la cuna de los pueblos no vemos mas que tribus aisladas, sin vínculo entre sí, uniéndose a veces momentáneamente para la defensa comun contra otras tribus mas poderosas. Sumerjidas en una profunda ignorancia acerca de lo que pasaba en las otras, bastándose a sí mismas i no esperando bienes del concurso de las comunidades estrañas, veian en los demas hombres, no hermanos, sino enemigos. La relijion misma, destinada a unir a los hombres en una misma fé i un mismo amor, era lo que mas contribuia a separarlos: cada pueblo tenia sus dioses, sus sacerdotes, enemigos de los dioses i los sacerdotes de los otros pueblos. Para estender su relijion, no comprendian mas propaganda que la de las armas, asi como la alianza de las guerras era la única que conocian. El cristianismo, llamando a todos los hombres a la creencia en un mismo Dios, difundiendo sus doctrinas por la palabra i la persuacion, en el mundo civilizado como entre los bárbaros, en paises de distinto oríjen, de diferentes razas, idiomas i costumbres, fué un inmenso paso a la alianza de todas las ramas de la familia humana.

Cuando los pueblos se hallaron reunidos por ese lazo espiritual, la necesidad de formular i definir los dogmas, la moral i la disciplina, esos elementos constitutivos de toda relijion, dió oríjen a una institucion, desconocida como la idea que la produjo: los concilios jenerales. Ellos fueron las primeras asambleas en que hombres de diversas naciones, unidos por la idea i el corazon, entraban a deliberar sobre intereses que les eran comunes, en que las naciones

todas tuvieron un forum que ya no se limitaba a Grecia o Roma, i en que se discutian, no ya las cuestiones que tocaban a un solo pueblo, sino las verdades eternas que interesaban a la humanidad entera. Los concilios jenerales creados sobre la base de las asambleas representativas de las repúblicas antiguas, fueron el primer ejemplo de los Congresos de naciones.

Una vez que las naciones civilizadas formaron una gran república cristiana, cuando las barreras que las separaban fueron cayendo bajo el hacha de la razon, a medida que los principios representativos se convertian en instituciones, los Congresos jenerales llegaron a ser las asambleas de los pueblos, en que se resolvian pacíficamente las cuestiones que se debatian ántes en el esterminio de las guerras. La mision de esos Congresos es solemne. Ellos están llamados a unir los miembros esparcidos de la gran familia humana, a establecer un derecho internacional que tenga la fijeza i la sancion del derecho público positivo, a abolir los principios bárbaros del estado de guerra i la guerra misma, a formar un tribunal supremo de arbitraje que decida amigablemente las cuestiones de nacion a nacion, en una palabra, a formular en institucion esa confraternidad de los pueblos que la relijion i la filosofía han establecido ya en los corazones.

Empero, la humanidad está dividida, como el sistema planeta rio, en varias familias o círculos, que a su vez gobiernan otras esferas. Esas familias son las razas, que se subdividen en naciones. Nuestro deber es constituir i desarrollar esas razas i sus secciones, unir esas diversas ramificaciones de la humanidad para restablecer la armonía prescrita por el órden eterno, formar aquí en la tierra por el concurso de las voluntades lo que las leyes fatales de la naturaleza han ordenado en los cielos-la hermandad de las familias humanas, jirando armoniosamente en torno del centro comun, Dios, como las constelaciones celestes jiran eternamente al rededor del sol...... Es a los Congresos de naciones a quienes está reservado acercar esa época que la relijion i la filosofía nos hacen vislumbrar en lontananza.

Dos son las razas que han representado mas brillante papel en el curso de la civilizacion-la raza latina i la jermánica. Aquella ha sido el corazon, esta el brazo de la humanidad: la primera representa la poesía, el entusiasmo, la abnegacion; la última los progresos materiales, la industria, el comercio: la primera nos recuerda los bellos tiempos de Grecia, Roma i sus hazañas, la Francia de la revolucion, con sus grandes hechos i sus ideas aun mas grandes; la última nos trae a la imajinacion el inmenso desarrollo comercial, marítimo e industrial de la Inglaterra, los progresos fabulosos de los Estados Unidos de América. Esas dos razas, que siempre han sido enemigas, se unen hoi dia, en sus mas enérjicos representantes, contra otra tercera raza, el esclavismo, que amenaza la civilizacion occidental: es lo que se llama la Guerra de Oriente.

En América existen esas mismas razas, con sus odios, en sus ramificaciones de la anglo-sajona de Estados Unidos i de la española de Sud-América. ¿Una situacion idéntica a la que nos ofrece el viejo continente, exije igual alianza entre las diversas repúblicas que componen la América española? Es lo que voi a exami

nar.

La República Norte-Americana, comprendiendo un vasto territorio, con una gran poblacion que se aumenta prodijiosamente, con el espíritu de espansion de un pueblo nuevo robustecido por todos los elementos de la civilizacion, habiendo absorvido las razas francesas, holandesa i española que sacando nuevas fuerzas de su territorio i una inmigracion que acude a grandes olas, ocupaban la perfeccion de sus instituciones democráticas, es la nacion en que la raza jermánica ha desplegado todo su vigor.

¿La raza latina ha hallado un igual representante en las repúblicas Hispano-americanas? No, señores. Tres siglos de estacionamiento intelectual e industrial, de absoluta incomunicacion con las naciones que marchaban a la cabeza de la civilizacion, de un despotismo político i relijioso que prohibia toda actividad al pensamiento; despues de la independencia, la anarquía en las ideas i las instituciones, revoluciones incesantes; en suma, una edad media con todos sus dolores sin su fecundidad: hé ahí el espectáculo que nos ofrece la América española.

I bien, señores, esas dos razas se hayan en presencia, por un lado la fuerza material, el influjo ominoso de los intereses, la fuerza moral de una civilizacion superior, un poder tanto mas sólido cuanto es mas compacto: i de los otros estados débiles i pobres, sin union entre sí, diseminados en vastos territorios, vacilantes por sus trastornos, atrasados en su industriai su comercio, en una palabra, la raza latina vejetando. ¿Cuál será el resultado del antagonismo de esas dos razas? Tejas i California nos responden elocuentemente: la raza española perecerá en América, si permanece en el statu quo, mientras la anglo-sajona toma mayor vigor i crecimiento. De aquí, señores, la necesidad del Congreso Jeneral Sud-Amc

ricano.

Si hai alguna institucion que tenga raices en nuestro pasado, que no sea aconsejada por nuestros intereses como por nuestra historia si hai alguna idea jeneralmente reconocida entre nosotros e investida con el apoyo moral del asentimiento de nuestros grandes hombres, es la necesidad de ese Congreso. Era el pensamiento del gran jénio político de la América, Portales. Bolívar, el fundador de cinco naciones, fué el primero que emitió esa idea, i se propuso realizarla en el Congreso de Panamá. Si entónces no se llevó a efecto, fué por haber desaparecido el mas urjente motivo de su reunion, con el desistimiento de la metrópoli española de sus tentativas de reconquista. Mas hoi dia que un idéntico peligro nos amenaza, hoi que nos repetimos con espanto el grito de angustia de Roma: Han

CONST.

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nibal ad portas, no debe haber vacilacion: el peligro es inmediato, inminente.

Pasaré a enumerar los principales objetos que debe proponerse el Congreso jeneral. Todos deben derivar de la causa que hace sentir su necesidad: impedir la absorcion de la raza española en América. Así el objeto primordial será concertar los medios de defensa necesarios para impedir las sucesivas usurpaciones del coloso norteamericano; a fin de cooperar a ese mismo fin i a la obra humanitaria de la consolidacion de las razas, estrechar los vínculos que unen las diversas fracciones de la América española, oponer a la Confederacion política norte-americana la federacion moral de la comunidad de sentimientos, de miras i de intereses, realizar por el concurso libre de las voluntades la union que el yugo colonial mantenia por la fuerza, constituir en suma una nacionalidad sudamericana, que nos dé a nosotros mismos la confianza en nuestras fuerzas e inspire a las demas naciones el respeto por una robusta i compacta seccion de la humanidad.

Las materias que deben ocupar al Congreso son pues tan varias como las que constituyen la vida social, política e internacional de las naciones que lo compongan. Cuestiones de lejislacion como de economía política, de navegacion fluvial como de ferrocarriles, de deslindes como de política esterior, de inmigracion como de propiedad literaria, en una palabra, todas las cuestiones que tiendan a estrechar los lazos de union entre todas las repúblicas hispanoamericanas deben ser el objeto de las deliberaciones del Congreso.

La paz internacional es la primera condicion de nuestra union: realizarla a toda costa es la necesidad de pueblos individualmente débiles, cuando se ven amenazados por un enemigo poderoso. Cómo constituirla, hé ahí uno de los mas importantes objetos del Congreso. Hai un medio, pero medio costoso, que exije abnegacion, vastas ideas, sacrificios de intereses particulares, i amor propio nacional. Ese medio consistiría en elevar el Congreso el rango de un tribunal supremo de arbitraje, que resuelva pacíficamente las diferencias que ocurran entre las diversas repúblicas, invistiéndolo con la suficiente jurisdiccion para hacer respetar sus decisiones. Seria bello realizar en América ese pensamiento por el que la relijion, la filosofia i los intereses comerciales han clamado en todos tiempos, convertir en institucion sud-americana ese Congreso de la paz que en el viejo continente no es mas que una utopia, cuya realizacion se difiere indefinidamente de siglo en siglo.

El Congreso conoceria tambien de las cuestiones de límites que hai pendientes en cada uno de los Estados Americanos i que serán talvez con el tiempo una fuente de futuras guerras. Si, por otra parte, pudiera recomponer nuestro mapa político, si efectuara una reparticion mas equitativa, mas conforme a las divisiones topográficas, enmendando lo defectuoso de nuestra carta con adjudicacio

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