Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Chileno, fué nombrado para ir á ejercer su influencia y su actividad en su propio país, á donde llegó por principios de 1808, presentándose, sin pérdida de tiempo, al presidente para darle parte de su mision. Carrasco se mostró tanto mas dispuesto á apoyar sus proyectos, cuanto el dinero que iba á solicitar no tenia que ver con la tesorería, y podia darle derecho á los favores de la rejencia, obteniendo de ella la propiedad del puesto que ocupaba solo interinamente. Por esta razon, hizo lo que pudo para estimular la liberalidad de oficiales, de empleados y de personas ricas é influyentes, de las cuales convocó muchas á su propio palacio, y el 29 de octubre formó una comision encargada de apresurar aquella urjente suscripcion (1).

Don José Santiago Luco estaba igualmente encargado de dar á reconocer en Chile la junta central, lo cual se verificó sin la menor dificultad; pero por la misma razon de haber presenciado todos los acontecimientos sucedidos en España, dicho capitan podia hablar de ellos con certeza, y añadir á lo que se decia sobre la triste situacion de la Península detalles aun mucho mas alarmantes, en vista de los cuales el cabildo juzgó conveniente el enviar á la junta central á don Joaquin Fernandez Leiva, Chileno tan recomendable por sus

de los Franceses de su territorio; pero algunos miembros de la rejencia recordaron, con mucha advertencia, que la insurreccion de los Anglo-Americanos no habia tenido mas orijen que un impuesto semejante, y el proyecto fué, incontinente, echado á un lado.

(1) « Los donativos se harán por suscripciones, no de cuerpos ni de fondos comunes, sino de lo que cada sujeto quiera ofrecer de sus rentas y bienes libres, para que no se retraigan los mas por los menos pudientes de manifestar su jenerosidad y patriotismo, como sucede cuando se mezclan unos con otros en

comun. »

Oficio de Carrasco, 29 de noviembre 1808.

V. HISTORIA.

4

conocimientos como por las bellas cualidades que le adornaban. Todos saben con que ardor abrazó la causa de la América, en jeneral, y de Chile, en particular, en los debates del congreso, y que, gracias á su talento superior, como jurisconsulto y como orador, hizo, muchas veces, inclinar la balanza en su favor.

CAPITULO III.

Hombres marcantes de la revolucion.-Juan Martinez de Rosas.- José Antonio Prieto.-Bernardo O'Higgins.-Manuel Salas, elc.

Si Carrasco hubiese sido encargado del gobierno de Chile en una época algo anterior, es decir, cuando la América, desprovista de todo espíritu público, se hallaba aun sumerjida en el anonadamiento de intereses puramente materiales, es probable que con su carácter apacible y humano hubiese podido terminar su carrera administrativa con la paz y tranquilidad que caracterizaban en tan alto grado á los diferentes estados de aquel nuevo mundo; pero, por desgracia, le habia caido en suerte un período mucho mas difícil y turbulento, á saber, el de aquellos grandes acontecimientos que trastornan toda sociedad, dándole una direccion enteramente desconocida.

Las dos violentas revoluciones de Francia y de los Estados-Unidos habian dislocado, como ya se ha dicho, los tronos absolutos de la antigua Europa, y habian despertado los ánimos mostrándoles la importancia de los derechos y de la dignidad de pueblos por tantos años envilecidos. Este movimiento político-social propagó sus causas secretas, é inició en ellas á las Américas, en donde, ya habia algun tiempo, se manifestaban ideas liberales, atrevidas y de naturaleza que inquietaba al espíritu meticuloso de los gobernadores y de todos los que tenian apego á la monarquía española.

Una sorda ajitacion empezaba á comunicarse á todas

las colonias. Se oian opiniones enteramente estrañas al país, espresadas sin rebozo, por manera que se puede asegurar que si Nueva Granada fué la primera que levantó el estandarte de la insurreccion, no hizo realmente mas que preceder el movimiento espontáneo que iba á poner en problema la vida ó la muerte de aquel vasto continente, su nueva servidumbre ó su emancipacion.

A Chile no le fué estraño este ruido, aun confuso, de reforma, ni fué uno de los últimos á aderir á ella. Aunque muy atrasado, en puntos de instruccion y de derecho, poseia, sin embargo, algunas cabezas privilejiadas que no tardaron en identificarse con aquellas benéficas ideas y se apresuraron á esparcerlas y cultivarlas. La provincia de Concepcion fué endonde se empezó á notar la ajitacion de los espíritus, y allí tambien se produjo el principal fermento simbólico de la libertad, el cual se alzó y creció á influjo de don Juan Martinez de Rosas, que puede ser mirado como alma de aquella grande revolucion.

Nacido en Mendoza de padres bastante ricos, Martinez de Rosas habia ido á Córdova á estudiar, y habia pasado á acabar su carrera en Santiago, en donde se recibió de bachiller y de doctor en leyes. Poco tiempo despues, fué á establecerse en la ciudad de Concepcion, y por sus grandes conocimientos, el intendente le nombró su asesor, empleo muy delicado que le ocasionaba continuamente choques con los enemigos del buen órden y de la justicia, y que, noobstante, supo desempeñar con una habilidad consumada. Afecto á la provincia que habia adoptado por inclinacion natural y por deber, procuró serle útil dirijiendo sus miras y su autoridad á objetos de primera necesidad. La limpieza de la ciudad

fué uno de sus principales y constantes cuidados, y así consiguió desterrar la insalubridad de su clima secando las lagunas que la avecindaban. Tambien contribuyó mucho á poner los caminos en buen estado.

Pero en lo que se distinguió sobremanera fué en la guerra que declaró á los ladrones que infestaban aquella provincia, y que por su perseverancia y enerjía consiguió aniquilar ó espulsar. Su estatura alta y robusta le constituia atleta de la justicia antes de serlo de la libertad pública. Su cabeza, proporcionada á su cuerpo, era grande; su rostro, espresivo y blanco, respiraba una estremada animacion, debida á la mucha viveza de sus ojos, que parecian siempre irritados; de suerte que su mirar no tenia nada de halagueño, y, en efecto, era ríjido, austero, y anunciaba una fuerza y una voluntad, relevadas tambien por la voz sonora, verdadero trueno, con que la naturaleza le habia dotado. Su carácter afable y sensible daba, noobstante, un desmentido á este esterior, y le valió la simpatía de una de las mas ricas y mas recomendables familias de la ciudad, y, á consecuencia, la de la señorita doña María de las Nieves Mendiburu, con quien tuvo la dicha de casarse.

Este casamiento y la reputacion de hombre de tanto mérito le hicieron consejero confidencial de una numerosa parentela, rica y poderosa, cuyos miembros procuró iniciar en sus sueños de glorioso porvenir, inculcándoles sus ideas, y demostrándoles cuan absurda é injusta era la administracion española; en una palabra, haciendo cuanto podia para comunicarles el jenio revolucionario que lo devoraba. Ademas de estos, otros muchos sujetos habian tambien adoptado las ideas luminosas de aquel gallardo Americano, y se habian confiado

« AnteriorContinuar »