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CAPITULO XXVI.

Progresos de las armas realistas. — Carrera procura reorganizar su cjército para ir á atacar á Sanchez y cortar estos progresos. - Dificultades que se oponen á la ejecucion de su intento. Se ve rodeado de facciones. Rigores que ejerce contra el partido realista.— Envia socorros á O'Higgins para que arroje las guerrillas enemigas sobre Chillan. Encuentro entre O'Higgins y Elorreaga.- Accion de Quilacoya y de Gomero.

Despues que Carrera se habia retirado de Chillan, los realistas habian ganado mucho terreno, animados por la situacion de los espíritus, que les era muy favorable, y por la actividad de los clérigos y relijiosos en propagar la santidad de su causa, infundiendo amor y respeto por ella en los corazones, y adquiriendo cada dia una superioridad incontestable, que los llenaba de confianza. Sanchez contribuia, por su parte, á este feliz resultado, manteniendo con celo y vijilancia la buena disciplina de sus tropas. Sin embargo, se hallaba aun aislado, sin comunicacion con sus superiores, y por consiguiente sin contar con socorros. Esta circunstancia lo constituia por decirlo así, mas bien que jeneral del ejército, un jefe de partido, papel que desempeñaba con tanta resolucion como habilidad, y le hacia merecedor del título de comandante en jefe, título que, como ya se ha dicho, debia á la casualidad.

Los oficiales jenerales que tenia á sus órdenes, se mostraban, á ejemplo suyo, igualmente activos y celosos por la causa que defendian. En las continuas escursiones ó espediciones que emprendian, no solo sabian sacar provecho de sus conocimientos militares, sino

que tambien empleaban las arterias de la política y las máximas de la relijion para atraerse los descontentos, fomentando la desercion en el ejército de los patriotas, y reclutando partidarios entre los habitantes del campo, los cuales se alistaban como voluntarios bajo la bandera real. De esta manera, resarcian las pérdidas que habian tenido desde su desembarco, y organizaban, gracias á sus cuadros, que eran muy superiores á los del enemigo, compañías de milicianos, las cuales ofrecian la doble ventaja de conocer perfectamente la topografía del país, y los habitantes mas útiles como defensores de su partido, en atencion á que los escojidos eran hombres aguerridos, hechos al fuego desde su niñez, y para los cuales la guerra era una especie de verdadera profesion.

Con el auxilio de estas compañías, pudo Sanchez dar mucho ensanche á sus operaciones, aumentando el número de sus guerrillas, igualmente útiles para causar deserciones al enemigo, sorprender sus destacamentos y aun tambien sus plazas. Por la parte del norte, las que mandaban Olate, Clemente Lantano y Oriega se avanzaban á insultar al partido contrario hasta las márjenes del Maule, y por medio de movimientos bien combinados, conseguian detener los correos y partes militares. Así tenian como estancados en Talca los cortos socorros que el gobierno enviaba á Carrera.

Por el sur, las guerrillas estaban aun mejor organizadas, gracias al tino táctico del coronel don Ildefonso Elorreaga, el cual acampado en Rere con una coluna de observacion, destacaba partidas en diferentes direcciones para inquietar á los patriotas. Estas guerrillas, que tenian por principal objeto el arrojar al enemigo sobre Concep

cion, lograron al fin, quitarle todas las plazas fuertes que poseia á la orilla del rio Biobio, frontera de los Indios araucanos. La ocupacion de estas plazas, y el alzamiento casi jeneral del partido de Arauco, abrieron paso fácil y seguro para Valdivia y todos los puntos ocupados por los Españoles, y fueron considerados por Sanchez como una interesantísima conquista. Por eso tuvo la prevision, propia de un jeneral hábil, de poner en ellas guarniciones bien mandadas por oficiales de instruccion y de confianza, capaces de defenderlas á todo trance. Sin embargo, las guarniciones no podian ménos de ser numéricamente débiles; pero la reaccion entre los habitantes habia sido tan espontánea, tan franca, y por otro lado fundada en tales motivos de interés, que Sanchez no dudó en contar sobre su fidelidad á la causa real.

En la plaza de San Pedro puso una guarnicion mas respetable, en atencion á su proximidad del cuartel jeneral de Carrera, del que solo se hallaba separada por el rio Biobio, guarnicion compuesta de cincuenta hombres y algunos milicianos mandados por el intrépido Quintanilla, cuyo carácter, ademas, daba entera confianza de que seria bien defendida la plaza.

Tal era la situacion de la provincia de Concepcion á fines de setiembre, y á penas se habia pasado un mes despues que Carrera habia levantado el sitio de Chillan, cuando ya habia perdido una gran parte del concepto en que estaba ántes, y del prestijio que habia tenido su nombre. No solo habia perdido terreno, sino tambien casi todas las plazas, y él mismo se hallaba tan estrechado, que no le quedaban mas que algunas leguas de costa para conservar sus comunicaciones con el gobierno, y recibir los cortos socorros que este podia enviarle; y

con todo eso, no se puede negar que este jeneral ha mostrado en las mas críticas circunstancias espíritu, teson y voluntad firme de salvar el país de la invasion que lo aflijia.

Desde su llegada á Concepcion, su primer cuidado habia sido reponer en buen estado las armas; pues los fusiles, por un largo servicio, y tal vez por poca limpieza, estaban inutilizados, y los cañones igualmente faltaban de cureñas y no estaban en estado de servir, no solo los que habia llevado de su malhadada espedicion por caminos imposibles, por los cuales jamas habia pasado ni una carreta, sino tambien las piezas mismas de Concepcion, que por haber sido tan mal repuestas, se hallaban aun inservibles. A todo esto se juntaba la desgracia de haber pocos arineros intelijentes en el país, por la razon de que los buenos eran españoles de orijen, habian estado empleados en los rejimientos del éjercito real y todos eran realistas. Los pocos que se pudieron hallar se les redujo á trabajar por fuerza; y solo por amenazas se obtuvieron de un Maltes algunos moldes de barro para balas; pero despues de hechos los moldes, se vió que no habia materiales para utilizarlos, en atencion que ni una sola barra de plomo se encontraba en el depósito; y como tampoco habia mercaderes de este metal, fué preciso recurrir á los particulares, y despojarlos con violencia del que tenian en sus casas. Tambien se echó mano de las bombas, escandallos y otros objetos pertenecientes á los buques fondeados en el puerto, así como tambien de la pólvora que habia en ellos.

Despues de haber puesto el remedio posible á estas faltas, Carrera dió su principal atencion al estado de la tropa. Desde que habia salido de Concepcion para el

sitio de Chillan, no habia podido dar á los soldados ninguna prenda de vestuario, ó á lo menos habian sido tan pocas, que se veian algunas compañías casi enteramente desnudas. Despues de haber mandado hacer un cierto número de casacas y pantalones, encargó nuevecientos mas de estos, con un surtido proporcionado de camisas y de zapatos; y luego se remontaron las tiendas de compaña, indispensables en aquel tiempo en que las tropas no tenian el habito de campar en campo raso. Los enfermos y heridos eran trasladados á Talca; pero aun quedaron muchos en diferentes puntos, en virtud de lo cual mandó construir tres hospitales militares, que se establecieron en Coyanco, Concepcion y Mercedes, y en cada uno de los cuales se puso una buena guarnicion para su defensa, en caso necesario, afin de observar los movimientos del enemigo, y de contener la desercion, fomentada por los emisarios realistas.

Pero lo que le ponia en mayor cuidado era la organizacion de mayores fuerzas que necesitaba para volver á tomar la ofensiva, como habia prometido hacerlo, á la entrada de los buenos dias, que se acercaban ya. En este particular, su posicion era sumamente embarazosa, por hallarse, como se ha dicho, desprovisto de elementos y de dinero, y rodeado de oficiales que por la mayor parte eran procedentes de las milicias, es decir, sin la instruccionnecesaria para que tuviese en ellos una entera confianza. Por otro lado, los cuadros que tenia, y que deben ser, como se sabe, la base fundamental de la organizacion de los cuerpos, si no eran absolutamente malos, no eram tan buenos que pudiese prometerse de ellos los prontos servicios de que hubiera necesitado, y se lamentaba continuamente de que el ayuntamiento de Santiago

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