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CESACION DE LA JUNTA GUBERNATIVA

y elevacion de Riva Aguero á la presidencia.

REPRESENTACION DE LOS JEFES DEL EJERCITO Á LA JUNTA GUBERNATIVA.

Los jefes del ejército del centro, y á su nombre los que suscriben, animados del espíritu patriótico que los distingue, sin exceder en nada de los términos de la subordinacion militar, se ven en la precision de dirijirse á V. E. y llamarle sériamente la atencion sobre los males que amenazan la salud de la patria, y sobre el remedio que demandan á proporcion del riesgo mas eminente; y aunque ello no debiera ser desconocido á V. E., esponen los motivos en que fundan sus recelos, para que V. E. los pese y les dé el valor que merecen.

Cuando el ejército del sud dió la vela en el puerto del Callao con direccion á los intermedios, fué en el concepto de que otra expedicion, que debió emprenderse por tierra, se encargaria de observar y entretener al enemigo que ocupa la parte de este frente desde Huancayo á Ica, embarazándole el que pudiese desprenderse de cuerpos que reforzasen al que guarnece aquellas costas, y que le haria una verdadera cooperacion, que se meditó por base de ambas expediciones: mas la combinacion que ha faltado por esta parte, sin que se haya hecho el menor movimiento despues de tres meses que se hau visto correr inútilmente, ha dejado al ejército del sud, que

desembarcó en Arica, abandonado á sus solos esfuerzos, y espuesto, ó á ser batido y deshecho por un enemigo establecido, y ya reforzado con tropas que el mismo Canterac ha conducido desde Jauja por haberle conservado en absoluta quietud, y porque ha llegado á penetrar que en nuestros ejércitos falta un centro de union que los dirija de concierto, sin el peligro de hacer operaciones aisladas, que siempre serán perdidas, ó abandonar su objeto principal en la costa, y corriéndose si le fuese ya posible por su derecha y hácia el interior, tomar por línea de operaciones Oruro, Potosí ó Cochabamba: empresa única de recursos, que facilitándole la subsistencia del mismo pais, le pondrá á cubierto su espalda sobre el camino á Salta y Buenos-Ayres; pero que tiene contra sí la gravísima falta de dejarlo cortado de la capital, y sin relacion alguna con este ejército, en términos que ambos se pueden ya. considerar independientes en sus operaciones, que serán sin la menor conveniencia y armonia entre sí, sino en cuanto se dirigen á un mismo objeto: de modo que asi como el ejército de la derecha corre sus riesgos solo, porque le ha faltado el del centro, asi este, sin contacto con aquel á quien se ha obligado á que se acomode á las circunstancias, no debe contar sino consigo mismo.

Si para marchar este ejército en el tiempo y en la ocasion que debió hacerlo en relacion con aquel, necesitaba llevar al menos cuatro mil hombres disponibles, que despues de las indispensables bajas, luchando con la estacion y diversos climas pudiesen comprometerse en un encuentro; no puede ser inferior ni igual ya, en el número que hoy se considere necesario para obrar aisladamente y con la obligacion de cubrir esta capital, centro de los recursos. Pero desgraciadamente á proporcion de esta mayor necesidad y cuando el solo objeto de la guerra debia ocupar á V. E. con preferencia á cualquiera otro, el ejército en vez de aumentarse ha disminuido considerablemente. La division de Colombia, que hacia una gran parte de él, se ha separado: los batallones del Perú, por un órden natural, sufren bajas, ya sea por desercion ó por muerte; y como no reciben reemplazos, ni proporcionados á cubrirlas, forman una fuerza muy inferior á la que han podido y debido tener. Es tanto mas notable su decrecimiento, cuanto que es esta la que cuenta el Perú para su seguridad, y la que tiene que obrar ofensivamente y contra el torrente con que un enemigo orgulloso, si es feliz por el sud, debe caer á sofocar los pocos pueblos libres, fatigados ya por la continuacion de una guerra, que la falta de un esfuerzo la hace tan duradera y peligrosa, con detrimento de la opinion de todos los militares, á quienes injustamente se atribuye una inaccion tan criminal,

en la que sabe V. E. no tienen parte; porque siempre han manifestado los mas vehementes deseos de marchar sobre el enemigo, y repetir los motivos que los han hecho dignos de la confianza de la patria.

No está por cierto en mejor estado la fuerza moral: los cuerpos disminuidos y desatendidos por V. E., que es el único capaz de fomentarlos en razon de sus facultades, se resienten de la desmoralizacion que es consiguiente á la disminucion de fuerza, al aumento de necesidades, á un acantonamiento molesto, que no entretiene su ambicion de gloria; y lo que no es menos á la diferencia de consideraciones entre el militar de campaña, que cumple con su deber, y queda sujeto al órden justo y regular de su escala, y entre el que entretenido solo en pedir y solicitar, distrayendo las atenciones de V. E., opta con preferencia antigüedades indebidas y ascensos repetidos con degracion de la milicia.

Este es el punto de vista que se presenta en un estado hasta ahora feliz sin contradicion de la fortuna, y en un órden no interrumpido de sucesos favorables; pero si se considera que estamos espuestos á con trastes tan comunes en la guerra, ¿cuál seria, Sr. Excmo., despues del mas pequeño, no contando con una reserva, ni con elemento alguno para reparar una pérdida? Ya no seria fácil en ese caso por grandes que fuesen los esfuerzos, encontrarlo todo al pronto: no se hacen soldados ni se forman oficiales en un dia, ni tampoco se restablece la confianza y espíritu público, sin un cuerpo de apoyo capaz de conservarlo, porque entónces no se mira mas que el peligro presente, y la dificultad de repararlo hace que todo ceda á la confusion, y de nada valdria el heróico entusiasmo de un pue blo amante de su libertad.

Por qué se ha de esponer á este extremo fatal la suerte del Perú? El ha, depositado en V. E. su confianza y seguridad; y V. E. no la desempeña, mientras que desprendido de todas consideraciones, no ponga en ejercicio los medios que están á su alcance, sin otra idea que la de ser libres: este es el voto general, este el concepto en que V. E. manda, y todo debe ceder á este principal objeto. Por poco que V. E. se distraiga de él, se hace responsable de los males que pueden sobrevenir. Se necesita completar el ejército á una fuerza capaz de emprender con esperanza, provista de lo necesario; y ya que se ha malogrado tanto tiempo, no se dilate mas el hacerlo. Quiera V. E. usar debidamente de los medios que pone en sus manos un pueblo patriota y generoso: conciba este que sus esfuerzos, que serán los últimos, le comprarán la paz que tanto desea; y se verá desaparecer ese adormecimiento triste que no

es conforme ni al carácter ni á los sentimientos del pueblo pe ruano, conocido entre otros dias en el 7 de Setiembre.

No nos alucinemos, Sr. Excmo., con la ridícula idea de creer débil al enemigo, ni suponerlo falto de planes y combinaciones, para hacer lo que importa: él ha sido siempre astuto, emprendedor, y sobre todo, infatigable. Aquella será buena para arruinar hombres tímidos y sin resolucion; pero hablando los jefes del ejército al gobierno, es preciso que lo hagan con el carácter y claridad que les es propia, y demanda la responsabilidad de sus destinos, y el alto interes con que se hallan ligados á la suerte del pais: hagamos consistir nuestra fuerza en lo que la constituye esencialmente, es decir, en un cuerpo de ejército bien dispuesto y fomentado, y no en el que no se quiera suponer al enemigo: asi no nos espondremos á equivocaciones amargas, y asi iremos de acuerdo con los principios mas conocidos.

Marchando con él tan pronto como sea posible á la campaña, y dando al menos un desahogo con la ocupacion del mineral de Pasco y de su sierra al comercio, á la agricultura y al giro comun paralizado, se destruirá ese general descontento que produce la inaccion y la miseria: alejaremos siquiera del centro de las leyes esa guerra que tanto inquieta y distrae á nuestros representantes; y por fin, daremos un paso de concierto con nuestros compañeros del sud.

Despues de haber expuesto á V. E. los jefes del ejército sus conceptos, creen que los fundamentos en que se apoyan, encontrarán en V. E. la acojida que merecen; siendo el amor á la patria y al interes público los únicos objetos que los impulsan, porque no pueden mirar con indiferencia desplomarse sensiblemente el edificio que tanta sangre y sacrificios cuesta. Ellos protestan ante la patria y á V. E., que nada reservarán para evitarlo, porque puestos en la alternativa de perecer libres, ó de volver á ver el pais dominado de españoles, la eleccion ya la han jurado solemnemente, y jamas desistirán del primer estremo; pero antes llevarán el consuelo de que, ni la generacion presente ni la futura, culparán el semblante frio de unos simples espectadores en quienes siempre ha encontrado la causa de la libertad, decision y constancia.

Esperan tambien los jefes que representan, que V. E. se servirá someter esta esposicion á la consideracion del Soberano Congreso, de cuyo alto poder se prometen lo que falte al de V. E.-Cuartel general del ejército del centro en Lurin á 18 de Enero de 1823—4?—y 20—General en jefe, Juan Antonio Alvarez de Arenales-Segundo general, Andres Santa Cruz-Jefe del Estado Mayor, José Manuel Borgoño-Coronel de cazadores del Perú, Ramon Herrera-Coronel de Húzares, Fe

derico Brandsen-Coronel del núm. 4, Manuel Rojas-Comandante del núm. 2, Félix Olazabal-Comandante del núm. 3, Juan Pardo Zela--Comandante de la Legion, José Videla.

NOTA-No se recibió contestacion á esta consulta.

REPRESENTACION DE LOS MISMOS JEFES AL CONGRESO.

Señor:

Los Jefes del Ejército-Unido, y á su nombre los que suscriben, dejarian de ser fieles á la patria, y poco adictos á la soberanía de ella, representada dignamente en el Soberano Congreso constituyente, sino patentizasen por medio de esta representacion el espíritu patriótico que los anima en defensa de la libertad é independencia, como en apoyo de la Representacion Nacional. El ejército está dispuesto á sacrificarse enteramente por la gloriosa lucha que sostiene la América para sustraerse de la tiranía, y por consiguiente no ha podido ser un mero espectador de la apatia é indiferencia que advierte, en circunstancias las mas críticas en que jamas se ha visto el Perú, desde que dió el sagrado grito de la libertad. Comprometida la suerte del pais, y el honor de sus armas, creyó propio de su deber dirijir á la Suprema Junta Gubernativa, la que hoy tiene la honra de acompañar al Congreso, y de que lo considera instruido desde aquella fecha.

No son en el dia unas simples conjeturas las que preveian los jefes del ejército del centro, acerca de la suerte desdichada de la expedicion del sur: su destruccion está ya demostrada, como tambien los resultados calamitosos que le son accesorios. Ha mas de un mes que sucedió la desgracia, y el enemigo está en marcha rápida contra la independencia peruana: esto es, aproximándose á la capital. ¿Y qué medidas se han tomado durante este tiempo para impedir que esta sucumba? ¿ Pueden acaso ser suficientes la saca de algunos esclavos y cabaHos? No señor! El Soberano Congreso sabe muy bien, que sin la confianza pública nada puede hacer para salvar el pais. Es notorio que la Junta Gubernativa no ha merecido jamas la de los pueblos ni la del ejército que gobierna; y que en los momentos críticos, no son los cuerpos colegiados los que pueden

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