Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tengo por experiencia se hallan suprimidas y despreciadas, y que desde la conquista acá, no han mirado aquellos vasallos adelantarlas, sino la aplicacion es á estafar á esta mísera gente, sin permitirles respirar á la queja: esto es tan notorio, que no necesita mas comprobante, sino las lágrimas de estos infelices, que ha tres siglos las vierten sus ojos. Este estado nunca les ha permitido contraerse al verdadero Dios, sino á contribuir á los Corregidores y Curas su sudor y trabajo; de manera, que habiendo yo pesquisado en la mayor parte del Reyno el gobierno espiritual y civil de estos vasallos, encuentro que todo el número que lo de la gente nacional, no tiene Luz Evangélica, proviniendo esto del mal ejemplo que se le

dá.

componen

sus

El ejemplar ejecutado en el Corregidor de la provincia de Tinta, lo motivó asegurárseme iba contra la Iglesia; y para contener los demas Corregidores, fué indispensable aquella justicia. Mi deseo es, que este género de Gefes se supriman enteramente: que cesen repartimentos: que en cada provincia haya un Alcalde mayor de la misma Nacion indicada, y otras personas de buena conciencia, señalándoles un sueldo moderado con otras consideraciones y condiciones que á su tiempo deben establecerse; entre las que es indispensable indispensable una comprehensiva á que en esa ciudad se erija Real Audiencia, donde resida su Virey como Presidente, para que los In dios tengan mas cercanos los recursos. Esta es toda la idea por ahora de mi empresa, dejando al Rey de España el dominio que en ellos ha tenido, sin que se le substraiga la obediencia que le es debida, y tampoco el comercio comun, como nervio principal para la conservacion de todo el Reyno.-Dios guarde á Vueseñorías.-Campo de Orororo y Enero 3 de 1781.-Besa las inanos de Vueseñorías su mayor servidor.

Don José Tupac Amaru, Inca.

138.

CARTA DEL INCA DESDE PICCHO.

Sin embargo de que con fecha 3 del que corre espresé á Vueseñorías mi deseo, propenso siempre á evitar muertes,

destrozos é incendios de casas, que no se pueden evitar si la guerra defensiva sigue por mi parte; ayer sucedió, que habiéndose adelantado esta tropa con el ardor que acostumbra, fueron ganar.do algun terreno sin hacer ofensa, hasta que la tropa de esa ciudad declaró la invasion ofensiva.-Las funestas consecuencias que es preciso se sigan, me obligan á representar á Vueseñorías: me veo precisado á ponerlo á la vista: me instan mis Indios á que les conceda permiso para entrar en esa ciudad á saco: si así se concede, quedará arruinada y convertidos sus habitantes en pavesas; que esta es la intencion que les he penetrado; pues me ofrecen entregarla á mi

disposicion, y que por compensativo solo aspiran á poblarla ellos mismos, sin per

mitir otro vecindario. Persuádanse Vueseñorías, para que estén en inteligencia de que mi ánimo deliberado es que no se cause hostilidad á ninguno, y que estos naturales y vecindarios, están impuestos en lo contrario por personas que debian informarles de la verdad, mayormente cuando nunca me he acomodado á las resoluciones atentadas que esta gente anhela á la consumacion de su idea; y recelo pasen á su ejecucion por aquellos términos que suele dictar la irreflexion, para que ante Dios ni el Rey se me pueda inferir cargo.

sea

Lo pongo en noticia de Vueseñorías, para que por medio del conductor D. Francisco Bernales, me comunique su deliberacion, para ajustarla mas á lo que mas conveniente. Bien penetrado tengo se habrán hecho críticas reflexiones sobre adelantar el Real Patrimonio, cesando los Repartimentos por el señalamiento y alcabala de su tarifa; pero tambien estoi impuesto que los mestizos. y Españoles, gustosos contribuirán á correspondencia de sus fondos, aun mas cantidad que el rédito de la tarifa. bastante prueba esta verdad, hallarse á mis órdenes sin violencia crecido número de ellos, como lo tengo representado á los Tribunales que corresponde.

Es

Nuestro Señor guarde á Vueseñorías muchos años.-Alto de Piccho y Enero 9 de 1781.-Besa las manos de Vueseñorías su seguro servidor.

Don José Tupac Amaru, Inca.

139.

CARTA DEL INCA DIRIJIDA AL VISITADOR DON JOSÉ ANTONIO ARECHE ANTES DE HABER SIDO HECHO PRISIONERO.

Señor Visitador.

Con la buena llegada de U. S. he recibido grande gusto: deseo que al recibo de esta disfrute de salud robusta, y que la mia ocupe en lo que fuere de su agrado.

Tengo hechas varias remisiones por mano de algunos eclesiásticos, deseando lo que conviene para el resorte de la paz y tranquilidad que tanto desea mi inclinacion. Deben ser muy justas peticiones, pero no muy convenientes al sosiego de los fomentadores de esta sedicion, porque les servirá, segun presumo, de embarazo á sus intereses: mas los subsidios particulares no deben ser obstáculos para el bien de la República, cuando lo contrario es disminuir la sociedad política y racional.

Causado el alboroto por la muerte de D. Antonio Arriaga, Corregidor que fué de esta Provincia, de que daré á U. S. razon de ello, bajé á esa ciudad del Cuzco con ánimo de que todo lo mandado por S. M. (que Dios guarde) se llevará á debido efecto, y hechas las capitulaciones con los Señores de ese ilustre Cabildo, se publicará la paz y tranquilidad para el bien de esta Amé rica. Mi ánimo fué no maltratar ni inquietar sus moradores, mas los interesados Correjidores figuraron de que yo iba á demoler la ciudad, y que cuyo hecho era directamente contra la real corona de España del Rey mi Señor. Hiciéronme resistencia con grandes instrumentos bélicos, á cuyo hecho me ví coactado á corresponder. No soi de corazon tan cruel y extraño como los tiranos Correjidores y sus aliados, sino cristiano muy católico, con aquella firme creencia que nuestra madre la Iglesia y sus sagrados ministros nos predican y enseñan. Representáronme las ideas de mis potencias la grande lástima que padecia la ciudad, para no imitar á Tito y Vespasiano en la destruccion de Jerusalem. Veneré con grande llanto las sagradas imágenes y relijiones de las esposas de Jesucristo, mi Redentor; esos coros de vírjenes claustrales de relijiosas; y no quise imitar á un Saúl, ni seguir las huellas á un Antioco soberbio; y así

determiné retirarme hasta hoi dia de la fecha, y aunque de varias partes, por arrojarme á otros males, me han estado persiguiendo y provocándome con varios desastres, no he querido desasosegarme para mi defensa; antes con el mayor sosiego y tranquilidad, he estado tolerando hasta recibir respuesta de la Ciudad del Cuzco, para mi gobierno, y ahora con la venida de U. S., no dudo desahogaré este mi pecho, que tanto desea la paz, que es la vida de la República, anhelo de nuestro monarca y Señor.

y

No quiero enigmas en lo que pretendo, sino una pura verdad, que esta, aunque adelgaza, no quiebra. Dos años hacen ya, que el Rey mi Señor, con su liberal y soberana mano, expidió su real cédula, para que á raiz se quitaran estos repartos y borrados los nombres de estos Correjidores; y lo que hasta hoi se ha estado haciendo, es ir entrampando y continuando su inicua existencia, con decir que conforme fuesen acabando sus quinquenios, irian feneciendo; y este modo de giro es capa de maldad contra la corona del Rey mi Señor y su real mente; porque lo que pretendemos todos los provincianos de todos estados, es que en el dia, instante y momento, se borren de nuestras imaginaciones esos malditos nombres, y en su lugar se nos constituyan Alcaldes mayores en cada provincia, que es preciso que los haya, para que nos administren justicia, y que tengan aquella jurisdiccion necesaria y correspondiente á su carácter. Por lo que

toca á los intereses reales de la tarifa debo decir á U. S. que lo correspondiente de todo lo que han percibido hasta el dia de la cesacion y hecho el ajuste, verá U. S. que han cojido ya tres y cuatro veces mas de lo que el señalamiento de cada provincia ordena; pues no hai Correjidor ajustado, aunque sea de la cuna mas ilustre.

Un humilde jóven con el palo y la honda, y un pastor rústico, por providencia divina, libertaron al infeliz pueblo de Israel del poder de Goliat y Faraon: fué la razon porque las lágrimas de estos pobres cautivos dieron tales voces de compasion, pidiendo justicia al cielo, que en cortos años salieron de su martirio y tormento para la tierra de promision; mas ¡ay! que al fin lograron su deseo, aunque con tanto llanto y lágri mas! Mas nosotros, infelices Indios, con mas suspiros y lágrimas que ellos, en

tantos siglos no hemos podido conseguir alguno alivio; y aunque la grandeza real y soberanía de nuestro monarca se ha dignado librarnos con su real cédula, este alivio y favor se nos ha vuelto mayor desasosiego, ruina temporal y espiritual: será la razon porque el Faraon que nos persigue, maltrata y hostiliza, no es uno solo, sino muchos, tan inicuos y de corazones tan depravados, como son los correjidores, sus tenientes cobradores y demas corchetes; hombres por cierto diabólicos, y perversos que presumo nacieron del lúgubre caos infernal, y se sustentaron á los pechos de harpías mas ingratas, para ser tan impíos, crueles y tiranos, que dar principio á sus actos infernales, sería santificar en grado muy supremo á los Nerones y Atilas, de quienes la historia refiere sus iniquidades, y de solo oirse estremecen los cuerpos y lloran los corazones. En estos hay disculpa porque al fin fueron infieles; pero los Correjidores, siendo bautizados, desdicen del cristianismo con sus obras, y mas parecen Ateistas, Calvinistas, y Luteranos, porque son enemigos de Dios y de los hombres, idólatras del oro y la plata: no hallo mas razon para tan inícuo proceder, que ser los mas de ellos pobres y de cunas muy bajas.

Público y notorio es lo que contra ellos han informado al Real Consejo los S. S. Arzobispos, Obispos, Cabildos, Prelados y Religiones, Curas y otras personas constituidas en dignidad y letras, pidiendo remedio á favor de este Reyno: causa de ellos, como al presente ha sucedido y está sucediendo, y ha sido tan grande nuestro infortunio para que no sean atendidos en los Reales Consejos: será la causa porque no han llegado á los reales oidos; porque es imposible que tanto llanto, lágrimas y penalidades de sus pobres é infelices provincianos de todos estados, dejen de enternecer ese corazon compasivo y noble pecho del Rey mi Señor, para alargar su liberal mano y sacarnos de esta opresion sin treguas ni socapas, como al presente nos quieren figurar y hacernos creer en amenazas y destrozos, lo que es muy distante de la real mano.

Este maldito y viciado reparto nos ha puesto en este estado de morir tan deplorable con su inmenso exceso. Allá á los principios por carecer nuestras provincias de géneros de Castilla y de la tierra, por la escasez de los beneficios

| conducentes, permitió S. M. á los Correjidores una cierta cuantía con nombre de tarifa para cada capital, y que se aprovecharan sus respectivos naturales, tomándolos voluntarios, lo preciso para su aliño en el precio del lugar; y porque habia diferencia en sus valuaciones, se asentó precio determinado, para que no hubiese socapa en cuanto á las reales alcabalas. Esta valuacion primera la han continuado hasta ahora, cuando de muchos tiempos á esta parte tenemos las cosas muy baratas. De suerte que los géneros de Castilla que han cojido por monton y lo mas ordinario, que están á dos ó tres pesos nos amontonan con violencia por diez ó doce pesos: el cuchillo de marca menor que cuesta un real nos dan por un peso: la libra de fierro mas ruin á peso: la bayeta de la tierra, de cualquier color que sea, no pasa de dos reales, y ellos nos las dan á peso.

Fuera de esto nos votan alfileres, agujas de Cambray, polvos azules, barajas, antiojos, estampitas, y otras ridiculeces como estas. A los que somos algo acomodados, nos votan fondos, terciopelos, medias de seda, encajes, hevillas, ruan en lugar de olanes y cambrayes, como si nosotros los Indios usáramos estas modas españolas, y luego en unos precios exorbitantes, que cuando llevamos á vender no volvemos á recojer la veintena parte de lo que hemos de pagar al fin: al fin si nos dieran tiempo y treguas para su cumplimiento, fuera seportable en alguna manera este trabajo; porque luego que nos acaban de repartir, aseguran nuestras personas, mujeres, hijos y ganados, privándonos de la li bertad para el manejo. De este modo desamparamos nuestras casas, familias, mujeres é hijos, y obligadas de necesidad se hacen prostitutas; de donde nacen los divorcios, amancebamientos públicos, destruccion de nuestras familias y pueblos, por andar nosotros desertados, y luego se atrasan nuestros reales tributos, porque no hai de donde ni como podamos satisfacer.

Pase vista U. S. á los informes hechos por los Ilustrísimos S. S. Dr. D. Gregorio Francisco Campos Obispo de la Paz, Dr. D. Manuel Gerónimo Romani, Dr. D. Agustin Gorrechátegui, Obispos del Cuzco; los cabildos de Arequipa, Paz, Cuzco; cabildos eclesiásticos, Prelados, Religiones; los de los Curas Dr. D. Manuel Arroyo, Dr. D. Ignacio Castro

y otros Señores de este Obispado, y llegará á ver U. S. tanta iniquidad, que no solo se escandalizará, sino que verterá lágrimas de compasion de oir tanto estrago y ruina de las provincias.

El finado D. Antonio de Arriaga, que fue Correjidor de esta provincia de Tinta, nos repartió la cantidad de trescientos y mas mil pesos, segun consta de los libros y borradores que están en mi poder. La tarifa de esta provincia es de 112.000 pesos por todo el quinquenio. Repare U. S. ahora el exceso de este modo de proceder son todos los Correjidores, fuera de tener este caballero tan mala conducta con sus cobradores, de apalearlos, aporrearlos, tratarlos tan mal, no solo á ellos sino a otros comprovincianos nuestros, así seculares como Curas sacerdotes, personas de todo respeto, por decir que dependia de los primeros grandes de España: fuera de esto su mal genio, elacion y soberbia, dió mérito á toda la provincia á fabricarle su ruina. No ménos hostilizados los de las demas provincias, han logrado del indulto aun en otro obispado, que yo le conozca ni hubiese puesto mis piés, ni ménos algunos de los mios, que á no haber su merced tratádonos con agravios de esta clase, sino hecho su negocio, como todos los demas, no hubiera sucedido tal fracaso.

Los Correjidores nos apuran con sus repartos hasta dejarnos lamer tierra; parece que van de apuesta para aumentar sus caudales en ser unos peores que otros; dígalo el Correjidor de Chumbivilcas, que en término de dos años quiso sacar un aumento mayor que lo que su antecesor habia hecho en cinco: al fin adelantó mucho su caudal, que aun su propia vida, entró en el cúmulo de sus bienes, y salió muy lucido. Son los Correjidores tan químicos, que en vez de hacer de oro sangre que nos mantenga, hacen de nuestra sangre sustento de su vanidad. Viéndose, pues, su difícil cumplimiento, nos oprimen en los obrajes, chorrillos y cañaverales, cocales, minas y cárceles en nuestros pueblos, sin darnos libertad en el mejor tiempo de nuestro trabajo: nos recojen como á brutos, y ensartados nos entregan á las haciendas para labores, sin mas socorro que nuestros propios bienes, y á veces sin nada.

Los hacendados viéndonos peores que á esclavos nos hacen trabajar desde las dos de la mañana hasta el anochecer

que parecen las estrellas, sin mas sueldo que dos reales por dia: fuera de esto nos pensionan los domingos con faenas, con pretesto de apuntar nuestro trabajo, que por omision de ellos se pierde, y con echar vales parece que pagan. Yo, que he sido Cacique tantos años, he perdido muchos miles, así porque me pagan tan mal en efecto y otras veces nada, porque se alzan á mayores.

Para salir de este vejámen en que padecemos todos los provincianos, sin excepcion de persona aun eclesiásticos, ocurrimos muchas veces á nuestros privilegios, preeminencias, excepciones, para contenerlos; y luego atropellan las mercedes reales, por mejor decir, menosprecian los superiores mandatos arrebatados de sus intereses, de donde nace un proloquio vulgar: que las cédulas reales, ordenanzas y provisiones, están bien guardadas en las cajas y escritorios. Lo mas gracioso y sensible que concluido el quinquenio, ó bien en sus residencias, quedan santificados para ejercer otro Correjimiento, haciendo representaciones falsas con perdimiento de respeto á la real corona; y es la razon de que los jueces de las residencias y sus escribanos son sus criados ó sus dependientes, y estos por no perder la gracia de ellos responden á las partes que demanden, con tramadas razones, y de este modo prevalece la injusticia, contra la justicia, debiendo suceder lo contrario para la extirpacion de los vicios.

Que prevenciones, que diligencias, que ruegos y encargos nos tiene hechos nuestro real monarca! Como si para remediarnos no fuera soberano, sin mas mira que nuestra conservacion, paz y sosiego en estos sus vastos reinos. En las leyes de la Recopilacion, L. 2. Tít. 6, 9, 13 y 16, ordena su magnánima grandeza, que se conserven nuestras vidas y estados, segun pide nuestra naturaleza, sin extraernos de un lugar á otro ménos de 29 leguas, y no más. A la mitad de Potosí tenemos que caminar mas de tres meses, sin que seamos pagados por los mineros el leguaje de ida y vuelta, ni el trabajo, por no pagar á los peritos vecinos, cuando está mandado por ordenanza: fuera de que este privilegio se concedió en su descubrimiento, cuando no habia poblaciones inmediatas que subrogasen sus labores; mas hoi se hallan Potosí y Huancavelica abundantes de gente y sus contornos: poco es que los

mineros de Potosí y Huancavelica causan grande estrago á los Indios, que no pue den libertarse á costa de su plata en las fundaciones, porque los dejan inhábiles aun para el manejo, cuando el Rey tiene mandado en sus reales disposiciones lo contrario, de que los Indios sean amparados y desobligados á esta mita por el referido daño, y aunque han hecho varios recursos los interesados á los tribunales que corresponde, han sido vistos con desprecio por tan justa causa, como es destruir el reino y sus pueblos con muertes de Indios, que apenas se restituyen á sus pueblos, y al mes, poco mas ó menos, rinden la vida con vómito de

sangre.

No tengo voces para explicar su real grandeza, que como es nuestro amparo, proteccion y escudo, es el paño de lágrimas nuestras; que como es nuestro Padre y Señor, es nuestro refugio y consuelo: no halla voces nuestro reconocimiento, amor y fidelidad, para del todo explicar y decir, que cosa es el Rey mi Señor: publiquen su real grandeza, expliquen las fraguas de su amor las Recopiladas de Indias, las ordenanzas y cédulas reales, las provisiones, encargos, ruegos y demas prevenciones, dirijidas á los S. S. Vireyes, Presidentes, Oidores, Regimientos, Audiencias, Chancillerías, Arzobispos, Obispos, Curas y demas Jefes sujetos á la corona, que juzgo en todo lo referido no hai punto, ápice ni coma que no sea á favor de sus pobres Indios Neófitos; pues impuesto de nuestra desdicha é indiscrecion, aun la Silla Apostólica Romana, en lo espiritual, nos exime de muchas pensiones sin distincion de personas; es pues de sentir que siendo tan excesivo el favor y amor de nuestros soberanos, que nos amparan y protejen, sea mayor la fragua de nuestro tormento y cautiverio. ¿Qué razon hai para que así sea, ni que Jefe que así lo mande? La Lei 1a Tít. 1o del Libro 6o de la Recopilacion, ordena que nosotros los pobres Indios, seamos atendidos, favorecidos, y amparados por las justicias eclesiásticas y seculares con amor y paz: ahora, pues, para lograr de este beneficio en el caso presente, no queremos que nos juzguen, protejan y amparen por las leyes de Castilla, Toro, Partida y otras, sino por las nuestras propias, como son las Recopiladas, Ordenanzas y cédulas reales, como dirijidas á nuestros reynos para nuestro bien.

Mandan las leyes 8, 9, 10, 11 y 12, título 4o, segun dictámen de nuestros monarcas: que en caso de haber rebelion, aunque sea contra su real corona, que la presente no lo es, sino contra los inícuos Corregidores, nos traigan con suavidad á la paz, sin guerras, robos ni muertes; de darnos sea con aquellas prevenciones que espresan las leyes, como son los requerimientos que anteceden por una, dos y tres veces, y las demas que convengan hasta atraernos á la paz, que tanto desea nuestro monarca; que se nos otorguen en caso necesario algunas libertades ó franquicias de toda especie de tributo, y si hechas las prevenciones, no bastan, séamos castigados conforme lo merecemos, y no mas".

Siempre la real mente como tan noble y santa es favorecernos, aun en caso de experimentar en nosotros grande contumacia. Digo ahora que suavidad, que paz, que libertades ó franquicias, que requerimentos, siquiera por una sola vez, hemos merecido hasta hoi dia de la fecha, aun habiendo hecho nuestra embajada? ¿Que personas de sagacidad y experiencia han venido á guerrearnos? Solamente nuestros enemigos los Correjidores. ¿Quienes en estos tres meses de treguas, hasta hoi con tanto encono mantienen las tropas con capa del Rey, sino los Correjidores; no por amor á su Rey y Señor, sino por recobrar sus intereses con mayor fuerza? Se ha publicado en esa ciudad y en otras partes, la Real Cédula de que no haya mas repartos, y segun cartas que se han visto en estos lugares, han pedido para retorno de este beneficio el reprimirnos á fuego y sangre; el matarnos como á perros sin los sacramentos necesarios, como si no fuéramos cristianos; botar nuestros cuerpos en los campos para que se los coman los buitres; y matar nuestras mujeres é hijos en los pechos de su madre. Robarnos es el modo de atraernos á la paz y á la real corona de España? ¡Que cosa tan estraña es y distante de la realmente lo que al presente se practica! ¿Echar edicto de perdon para los unos y castigos para los otros, es el modo de sosegar los pueblos? No es sino causar mayor encono y alboroto á sus moradores; porque como en los pueblos unos á otros se dan la mano, unos y otros llegarán á fomentarse.

¿

Para continuar el fomento contra las provincias, han echado la voz de que

« AnteriorContinuar »