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tantos siglos no hemos podido conseguir alguno alivio; y aunque la grandeza real y soberanía de nuestro monarca se ha dignado librarnos con su real cédula, este alivio y favor se nos ha vuelto mayor desasosiego, ruina temporal y espiritual: será la razon porque el Faraon que nos persigue, maltrata y hostiliza, no es uno solo, sino muchos, tan inicuos y de corazones tan depravados, como son los correjidores, sus tenientes cobradores y demas corchetes; hombres por cierto diabólicos, y perversos que presumo nacieron del lúgubre caos infernal, y se sustentaron á los pechos de harpías mas ingratas, para ser tan impíos, crueles y tiranos, que dar principio á sus actos infernales, sería santificar en grado muy supremo á los Nerones y Atilas, de quienes la historia refiere sus iniquidades, y de solo oirse estremecen los cuerpos y lloran los corazones. En estos hay disculpa porque al fin fueron infieles; pero los Correjidores, siendo bautizados, desdicen del cristianismo con sus obras, y mas parecen Ateistas, Calvinistas, y Luteranos, porque son enemigos de Dios y de los hombres, idólatras del oro y la plata: no hallo mas razon para tan inícuo proceder, que ser los mas de ellos pobres y de cunas muy bajas.

Público y notorio es lo que contra ellos han informado al Real Consejo los S. S. Arzobispos, Obispos, Cabildos, Prelados y Religiones, Curas y otras personas constituidas en dignidad y letras, pidiendo remedio á favor de este Reyno: causa de ellos, como al presente ha sucedido y está sucediendo, y ha sido tan grande nuestro infortunio para que no sean atendidos en los Reales Consejos: será la causa porque no han llegado á los reales oidos; porque es imposible que tanto llanto, lágrimas y penalidades de sus pobres é infelices provincianos de todos estados, dejen de enternecer ese corazon compasivo y noble pecho del Rey mi Señor, para alargar su liberal mano y sacarnos de esta opresion sin treguas ni socapas, como al presente nos quieren figurar y hacernos creer en amenazas y destrozos, lo que es muy distante de la real mano.

Este maldito y viciado reparto nos ha puesto en este estado de morir tan deplorable con su inmenso exceso.

Allá

á los principios por carecer nuestras provincias de géneros de Castilla y de la tierra, por la escasez de los beneficios

conducentes, permitió S. M. á los Correjidores una cierta cuantía con nombre de tarifa para cada capital, y que se aprovecharan sus respectivos naturales, tomándolos voluntarios, lo preciso para su aliño en el precio del lugar; y porque habia diferencia en sus valuaciones, se asentó precio determinado, para que no hubiese socapa en cuanto á las reales alcabalas. Esta valuacion primera la han continuado hasta ahora, cuando de muchos tiempos á esta parte tenemos las cosas muy baratas. De suerte que los géneros de Castilla que han cojido por monton y lo mas ordinario, que están á dos ó tres pesos nos amontonan con violencia por diez ó doce pesos: el cuchillo de marca menor que cuesta un real nos dan por un peso: la libra de fierro mas ruin á peso: la bayeta de la tierra, de cualquier color que sea, no pasa de dos reales, y ellos nos las dan á peso.

Fuera de esto nos votan alfileres, agujas de Cambray, polvos azules, barajas, antiojos, estampitas, y otras ridiculeces como estas. A los que somos algo acomodados, nos votan fondos, terciopelos, medias de seda, encajes, hevillas, ruan en lugar de olanes y cambrayes, como si nosotros los Indios usáramos estas modas españolas, y luego en unos precios exorbitantes, que cuando llevamos á vender no volvemos á recojer la veintena parte de lo que hemos de pagar al fin: al fin si nos dieran tiempo y treguas para su cumplimiento, fuera scportable en alguna manera este trabajo; porque luego que nos acaban de repartir, aseguran nuestras personas, mujeres, hijos y ganados, privándonos de la libertad para el manejo. De este modo desamparamos nuestras casas, familias, mujeres é hijos, y obligadas de necesidad se hacen prostitutas; de donde nacen los divorcios, amancebamientos públicos, destruccion de nuestras familias y pueblos, por andar nosotros desertados, y luego se atrasan nuestros reales tributos, porque no hai de donde ni como podamos satisfacer.

Pase vista U. S. á los informes hechos por los Ilustrísimos S. S. Dr. D. Gregorio Francisco Campos Obispo de la Paz, Dr. D. Manuel Gerónimo Romani, Dr. D. Agustin Gorrechátegui, Obispos del Cuzco; los cabildos de Arequipa, Paz, Cuzco; cabildos eclesiásticos, Prelados, Religiones; los de los Curas Dr. D. Manuel Arroyo, Dr. D. Ignacio Castro

y otros Señores de este Obispado, y llegará á ver U. S. tanta iniquidad, que no solo se escandalizará, sino que verterá lágrimas de compasion de oir tanto estrago y ruina de las provincias.

que

El finado D. Antonio de Arriaga, que fue Correjidor de esta provincia de Tinta, nos repartió la cantidad de trescientos y mas mil pesos, segun consta de los libros y borradores están en mi poder. La tarifa de esta provincia es de 112.000 pesos por todo el quinquenio. Repare U. S. ahora el exceso: de este modo de proceder son todos los Correjidores, fuera de tener este caballero tan mala conducta con sus cobradores, de apalearlos, aporrearlos, tratarlos tan mal, no solo á ellos sino á otros comprovincianos nuestros, así seculares como Curas sacerdotes, personas de todo respeto, por decir que dependia de los primeros grandes de España: fuera de esto su mal genio, elacion y soberbia, dió mérito á toda la provincia á fabricarle su ruina. No ménos hostilizados los de las demas provincias, han logrado del indulto aun en otro obispado, que yo le conozca ni hubiese puesto mis piés, ni ménos algunos de los mios, que á no haber su merced tratádonos con agravios de esta clase, sino hecho su negocio, como todos los demas, no hubiera sucedido tal fracaso.

Los Correjidores nos apuran con sus repartos hasta dejarnos lamer tierra; parece que van de apuesta para aumentar sus caudales en ser unos peores que otros; dígalo el Correjidor de Chumbivilcas, que en término de dos años quiso sacar un aumento mayor que lo que su antecesor habia hecho en cinco: al fin adelantó mucho su caudal, que aun su propia vida, entró en el cúmulo de sus bienes, y salió muy lucido. Son los Correjidores tan químicos, que en vez de hacer de oro sangre que nos mantenga, hacen de nuestra sangre sustento de su vanidad. Viéndose, pues, su difícil cumplimiento, nos oprimen en los obrajes, chorrillos y cañaverales, cocales, minas y cárceles en nuestros pueblos, sin darnos libertad en el mejor tiempo de nuestro trabajo: nos recojen como á brutos, y ensartados nos entregan á las haciendas para labores, sin mas socorro que nuestros propios bienes, y á veces sin nada.

Los hacendados viéndonos peores que á esclavos nos hacen trabajar desde las dos de la mañana hasta el anochecer

que parecen las estrellas, sin mas sueldo que dos reales por dia: fuera de esto nos pensionan los domingos con faenas, con pretesto de apuntar nuestro trabajo, que por omision de ellos se pierde, y con echar vales parece que pagan. Yo. que he sido Cacique tantos años, he perdido muchos miles, así porque me pagan tan mal en efecto y otras veces nada, porque se alzan á mayores.

Para salir de este vejámen en que padecemos todos los provincianos, sin excepcion de persona aun eclesiásticos, ocurrimos muchas veces á nuestros privilegios, preeminencias, excepciones, para contenerlos; y luego atropellan las mercedes reales, por mejor decir, menosprecian los superiores mandatos arrebatados de sus intereses, de donde nace un proloquio vulgar: que las cédulas reales, ordenanzas y provisiones, están bien guardadas en las cajas y escritorios. Lo mas gracioso y sensible que concluido el quinquenio, ó bien en sus residencias, quedan santificados para ejercer otro Correjimiento, haciendo representaciones falsas con perdimiento de respeto á la real corona; y es la razon de que los jueces de las residencias y sus escribanos son sus criados ó sus dependientes, y estos por no perder la gracia de ellos responden á las partes que demanden, con tramadas razones, y de este modo prevalece la injusticia, contra la justicia, debiendo suceder lo contrario para la extirpacion de los vicios.

Que prevenciones, que diligencias, que ruegos y encargos nos tiene hechos nuestro real monarca! Como si para remediarnos no fuera soberano, sin mas mira que nuestra conservacion, paz y sosiego en estos sus vastos reinos. En las leyes de la Recopilacion, L. 2. Tít. 6, 9, 13 y 16, ordena su magnánima grandeza, que

se

conserven nuestras vidas y estados, segun pide nuestra naturaleza, sin extraernos de un lugar á otro ménos de 29 leguas, y no más. A la mitad de Potosí tenemos que caminar mas de tres meses, sin que seamos pagados por los mineros el leguaje de ida y vuelta, ni el trabajo, por no pagar á los peritos vecinos, cuando está mandado por ordenanza: fuera de que este privilegio se concedió en su descubrimiento, cuando no habia poblaciones inmediatas que subrogasen sus labores; mas hoi se hallan Potosí y Huancavelica abundantes de gente y sus contornos: poco es que los

mineros de Potosí y Huancavelica causan grande estrago á los Indios, que no pue den libertarse á costa de su plata en las fundaciones, porque los dejan inhábiles aun para el manejo, cuando el Rey tiene mandado en sus reales disposiciones lo contrario, de que los Indios sean amparados y desobligados á esta mita por el referido daño, y aunque han hecho varios recursos los interesados á los tribunales que corresponde, han sido vistos con desprecio por tan justa causa, como es destruir el reino y sus pueblos con muertes de Indios, que apenas se restituyen á sus pueblos, y al mes, poco mas ó menos, rinden la vida con vómito de sangre.

No tengo voces para explicar su real grandeza, que como es nuestro amparo, proteccion y escudo, es el paño de lágrimas nuestras; que como es nuestro Padre y Señor, es nuestro refugio y consuelo: no halla voces nuestro reconocimiento, amor y fidelidad, para del todo explicar y decir, que cosa es el Rey mi Señor: publiquen su real grandeza, expliquen las fraguas de su amor las Recopiladas de Indias, las ordenanzas y cédulas reales, las provisiones, encargos, ruegos y demas prevenciones, dirijidas á los S. S. Vireyes, Presidentes, Oidores, Regimientos, Audiencias, Chancillerías, Arzobispos, Obispos, Curas y demas Jefes sujetos á la corona, que juzgo en todo lo referido no hai punto, ápice ni coma que no sea á favor de sus pobres Indios Neófitos; pues impuesto de nuestra desdicha é indiscrecion, aun la Silla Apostólica Romana, en lo espiritual, nos exime de muchas pensiones sin distincion de personas; es pues de sentir que siendo tan excesivo el favor y amor de nuestros soberanos, que nos amparan y protejen, sea mayor la fragua de nuestro tormento y cautiverio. ¿Qué razon hai para que así sea, ni que Jefe que así lo mande? La Lei 1 Tít. 1o del Libro 6o de la Recopilacion, ordena que nosotros los pobres Indios, seamos atendidos, favorecidos, y amparados por las justicias. eclesiásticas y seculares con amor y paz: ahora, pues, para lograr de este beneficio en el caso presente, no queremos que nos juzguen, protejan y amparen por las leyes de Castilla, Toro, Partida y otras, sino por las nuestras propias, como son las Recopiladas, Ordenanzas y cédulas reales, como dirijidas á nuestros reynos para nuestro bien.

Mandan las leyes 8, 9, 10, 11 y 12, título 4o, segun dictámen de nuestros monarcas: que en caso de haber rebelion, aunque sea contra su real corona, que la presente no lo es, sino contra los inícuos Corregidores, nos traigan con suavidad á la paz, sin guerras, robos ni muertes; de darnos sea con aquellas prevenciones que espresan las leyes, como son los requerimientos que anteceden por una, dos y tres veces, y las demas que convengan hasta atraernos á la paz, que tanto desea nuestro monarca; que se nos otorguen en caso necesario algunas libertades ó franquicias de toda especie de tributo, y si hechas las prevenciones, no bastan, séamos castigados conforme lo merecemos, y no mas

Siempre la real mente como tan noble y santa es favorecernos, aun en caso de experimentar en nosotros grande contumacia. Digo ahora ¿que suavidad, que paz, que libertades ó franquicias, que requerimentos, siquiera por una sola vez, hemos merecido hasta hoi dia de la fecha, aun habiendo hecho nuestra embajada? ¿Que personas de sagacidad y experiencia han venido á guerrearnos? Solamente nuestros enemigos los Correjidores. ¿Quienes en estos tres meses de treguas, hasta hoi con tanto encono mantienen las tropas con capa del Rey, sino los Correjidores; no por amor á su Rey y Señor, sino por recobrar sus intereses con mayor fuerza? Se ha publicado en esa ciudad y en otras partes, la Real Cédula de que no haya mas repartos, y segun cartas que se han visto en estos lugares, han pedido para retorno de este beneficio el reprimirnos á fuego y sangre; el matarnos como á perros sin los sacramentos necesarios, como si no fuéramos cristianos; botar nuestros cuerpos en los campos para que se los coman los buitres; y matar nuestras mujeres é hijos en los pechos de su madre.

Robarnos es el modo de atraernos á la paz y á la real corona de España? ¡Que cosa tan estraña es y distante de la realmente lo que al presente se practica!

Echar edicto de perdon para los unos y castigos para los otros, es el modo de sosegar los pueblos? No es sino causar mayor encono y alboroto á sus moradores; porque como en los pueblos unos á otros se dan la mano, unos y otros llegarán á fomentarse.

Para continuar el fomento contra las provincias, han echado la voz de que

nosotros queremos apostatar de la fé, negar la obediencia á nuestro monarca, coronarme, volver á la idolatria: celebraria en mi alma de que los Correjidores dieran pruebas convincentes de estos tres puntos: mas de ellos afirmaré que son apóstatas de la fé y traidores á la corona, segun los puntos siguientes:

Ellos se oponen á la lei porque del todo desechan los preceptos santos del decálogo: saben que hai Dios, y no le creen remunerador y justiciero, y sus obras nos lo manifiestan: ellos mismos desprecian los preceptos de la Iglesia y los santos sacramentos, porque vilipendian las disciplinas y penas eclesiásticas; tienen todo, y lo aprenden como meras ceremonias ó ficciones fantásticas: ellos nunca se confiesan porque están con el robo en las manos, y no hallan sacerdotes que los absuelva. Apénas oyen misa los domingos con mil aspavientos y ceremonias, y de ellos aprenden los vecinos. su mal ejemplo: ellos destierran á los fieles de las Iglesias mediante sus cobradores y corchetes, para que los Indios y Españoles se priven del beneficio espiritual de la Misa: se ponen de atalayas en las puertas de las Iglesias para llevarlos á la cárcel, donde se mantienen dos ó tres meses hasta pagarles lo que deben: ellos violan las Iglesias: maltratan sacerdotes hasta hacerles derramar sangre: menosprecian las sagradas imá genes: privan los cultos divinos, pretextando que se empobrecen; y no es sino porque sus intereses no se atrasen: ponen reparo á los párrocos vigilantes y timoratos con sus pláticas y sermones, para que el fervor de los fieles y cumplimiento de los preceptos de Dios no se perturben y resfrien en ellos con sus violencias y extorsiones y menosprecios; les ahuyentan y entibian el amor de Dios y Santos; de donde nace otra mayor desdicha; y es que los párrocos y sus tenientes olvidan las obligaciones de su ministerio, y solo aspiran al logro del beneficio: esto sucede en los mas de los pueblos, porque son mas los Correjidores inícuos, y así un mal llama á otro.

de sus

Se oponen al Rey en esta forma: hay muchas haciendas en los lugares respectivos á sus jurisdicciones: estas tienen Indios Yanacónas asistentes: de estas, tales y cuales pagan tributos, y los mas son vagos, porque no conocen territorio para que cojan el reparto: todos son traidos por minuta, y para la recaudacion

de tributos nada de esto se repara y observa. Ellos llenan los Obrajes, Cañaverales, Cocales, con sus intereses: cobran lo que es suyo con la mayor vigi. lancia, lo que realmente no deben; y los tributos debiendo ser lo primero del trabajo de los Indios, son olvidados: ocurren sus Caciques, y no son atendidos, antes se ven privados de sus bienes, porque los nombran para dos ó tres años ó tercios por verlos acomodados, y al cabo les rematan sus bienes con pretexto de que deben de tributos, y ¡cuantos de estos se ven pordioseros! Como los Indios se ven imposibilitados con hacerles algunos servicios personales, los contentan: ellos tienen entradas y salidas, tratos y contratos, y con pretexto de que son productos de la provincia, siendo ramos mui distintos de la Tarifa, no pagan las reales alcabalas.

De estos dos capítulos infiera U. S. si los Indios ó los Correjidores son apóstatas de la fé, traidores al Rey. Mal se compadece de que seamos como ellos nos piensan, cuando en ellos se verifican las razones predichas; luego ellos deben ser destruidos á fuego y sangre en el instante; luego matando nosotros á los Correjidores y sus secuaces, hacemos grandes servicios á Su Majestad, y somos dignos de premio y correspondencia; mas como ellos con sus cavilaciones y empeños figuran las cosas á su paladar, siempre nos hacen dignos de castigo.

Imposible parece que los Correjidores dejen de pensionar en grande cantidad los reales haberes á causa de las circunstancias presentes; mas la culpa no es nuestra, sino de ellos, por la precipit cion de ministros, que no trayendo á colacion las prevenciones reales ya dichas, han hecho de las suyas sin reflexion, para que los Correjidores con mayor fuerza vuelvan á recobrar sus intereses, que á haberlas ellos ejecutado como se debe nada de esto hubiera habido; y es de reparar que en varios pueblos circunvecinos han habido fracasos y desastres de esta naturaleza con los Correjidores, y han quedado perdonados y sosegados, y nosotros alborotados y maltratados; digo ahora, ¿por que habrá motivo de perdon para otros y para nosotros de castigo?

Para mayor prueba de nuestra fidelidad que debemos prestar á nuestro Monarca, ponemos nuestras cabezas y corazones ó sus reales plantas, para que de

Muchos indios no tienen con que casarse, y por decir que son solteros no pagan el tributo entero, y muchas veces nada; y la razon es, porque como sus padres vienen destruidos de Potosí, de haber hecho Alferazgos, mitas y padecido en las panaderias, arrendados como esclavos, ó porque quedan sumamente destruidos de los Correjidores, ó porque sus padres son pobres por las obligaciones de los pueblos ú otros motivos, los curas por no perder sus ricuchicos y otros abusos, los dejan vivir á su agrado; y cuando ellos ménos piensan los coje la muerte en mal estado, y no sé, Señor, como puedan dar su descargo al Juez Divino.

nosotros determine y haga lo que fuere de su real agrado y tuviese por conveniente; que como somos sus pobres Indios "que hemos vivido y vivimos debajo de su real soberanía y poder, no tenemos á donde huir, sino sacrificar ante estas soberanas aras nuestras vidas, para que con el rojo tizne de nuestra sangre quede sosegado ese real pecho". Y si en el de haber enviado embajadores con pape. les que se quieran juzgar como disonantes á las regalías del Rey mi Señor, castígueseme á mi solo, como á culpado, y no paguen tantos inocentes por mi causa: que como hasta hoi no habia ninguno de parte de mis paisanos que pusiese en práctica todas las reales órdenes, me expuse yo á defenderlo, poniendo en peligro mi vida; y si esta accion tan heróica que he hecho en alivio de los pobres provincianos Españoles énignidad de U. S. me despache uno ó Indios, buscando de este modo el sosiego de este Reyno, el adelantamiento de los reales tributos, y que no tengan en ningun tiempo opcion de entregarse á otras naciones infieles como lo han hecho muchos Indios, es delito; aqui estoy para que me castiguen, solo al fin de que otros queden con vida, y yo solo con el castigo; pero ahí está Dios, quien con grande misericordia, me ayudará y remunerará mi buen deseo.

su

No puedo dejar de informar á U. S. otro mal que se padece, que es la disipacion de los templos en su aliño, menoscabo en sus rentas; de suerte que ver un ministro de la Iglesia en el altar, causa grima el verlo por el total descuido que tienen los curas de las vestiduras sagradas. Para esto que es cojer obvenciones y las rentas de la Iglesia, hacer comercio de ellas, tienen particular gracia; porque todo cede al fausto, pompa y vanidad de sus familias: en sus casas parroquiales y aderezos de mulas, se ven las mejores tapicerías, espejos, repisas de marquería; y en los templos divinos, trapos y andrajos. Y fuera cuanto dijera de los curas chapetones tengo hecho reparo de que omiten los cargos de su obligacion, y les parecen que satisfacen por terceras personas. Ellos, como no saben la lengua de la tierra por ser extranjeros, no explican por sí mismos la doctrina, de suerte que hai muchachos y muchachas de veinte años, que no saben ni el persignarse: yo juzgaria temerariamente de la poca suficiencia de ellos; mas atribuyo á la permision divina que así nos convendrá.

Tanto tengo que decir á U. S., mas lo preciso del tiempo no dá lugar; y para hacer varias representaciones á la real corona de España, espero de la be

dos letrados, peritos, desapasionados, quienes haciendo juramento de fidelidad al Rey, vengan con nuestros protectores á dirijir y gobernar nuestros asuntos, conforme fueren y cedieren al agrado de S. M. (que Dios guarde); porque como carecemos de instruccion, pudiéramos pedir ó decir cosas tan diminutas ó excesivas, que repugnen á la razon. Tambien suplico y ruego que me vengan dos S. S. Sacerdotes de pública virtud, fama y letras, que dirijan mi conciencia y me pongan en el camino de la verdad, que es Dios nuestro último fin, para que fuimos criados, en quien espero, á quien ruego continúe la salud de U. S. por felices y dilatados años para el bien de sus provincias. - José Gabriel Tupac Amaru. Tinta y marzo 5 de 1781.

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SENTENCIA CONTRA EL INCA.

Sentencia horrorosa pronunciada contra el Cacique Inca del Perú José Gabriel Tupac Amaru y su familia, por el Visitador general D. José de Areche, en el Cuzco á 15 de mayo de 1781.

Este Cacique vivia, por los años de 1780 en el pueblo de Tungasuca de la Provincia de Tinta, en el Cuzco del Perú. No pudiendo soportar los excesivos impuestos de aduanas, alcabalas, repartimientos y demas exacciones con que los gobernadores españoles afligian á la nacion india, de que él era Inca, resolvió acabar con aquel Gobierno y con todos los Europeos. Al efecto, el 4 de no

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