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blos, cuyos vasallos hubiesen correspondido en las circunstancias presentes; á la justa lealtad y fidelidad que le es debida. Finalmente, queda prohibida, en obsequio de dichas cautelas, la fábrica de cañones de toda especie, bajo la pena, á los fabricantes nobles, de diez años de presidio en cualesquiera de los de Africa; y siendo plebeyo, doscientos azotes, y la misma pena por espacio de tiempo igual; reservándose por ahora tomar igual resolucion en cuanto á la fábrica de pólvora, que se seguirá luego. Y porque hay en muchas haciendas, trapiches y obrages de estas Provincias, variedad de ellos de casi todos calibres, se recogerán por los Correjidores, acabada enteramente la pacificacion de este alzamiento, para dar cuenta á la respectiva Capitanía General, con el fin de que se les dé el uso que parezca propio. Así lo proveí, mandé y firmé por esta mi sentencia definitivamente juzgando-José Antonio Areche.

Dió y pronunció la anterior Sentencia, el muy ilustre Señor Don José Antonio Areche, Caballero de la Real y distinguida Orden de Cárlos III, del Consejo de S. M. en el Real y Supremo de Indias, Visitador general de los Tribunales de justicia y Real hacienda de este Reyno, Superintendente de ella, Intendente de Exército, Subdelegado de la Real renta de tabaco, comisionado con todas las facultades del Exmo. Señor Virey de este Reyno para entender en los asuntos de la rebelion ejecutada por el vil traidor Tupac Amaru. En el Cuzco á 15 de mayo de 1781, siendo testigos Don Fernando de Saavedra, contador de visita, Don Juan de Oyarzabal, y Don José Sanz, de que certifico.-Manuel Espina vete López.

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REVOLUCION DE LOS COMUNEROS DEL
SOCORRO.

"En la villa populosa del Socorro, una mujer anciana arranca y hace pedazos el edicto en que se mandaban cobrar los derechos de sisa y de armada de Barlovento: el pueblo se agolpa y forma un verdadero tumulto. Desde aquel momento cesó la obediencia á las autoridades, y mandaron gentes obscuras de la plebe, las que se alborotaban cada dia contra los administradores de rentas, guardas y recaudadores. Al fin despues de un mes se apoderaron de las admi

nistraciones reales, disponiendo de los caudales, de los tabacos y demas útiles que en ella habia.

"Con el objeto de dar algun órden al movimiento de insurreccion, el pueblo del Socorro eligió á Don Juan Francisco Berbeo, Don Salvador Plata, Don Francisco Rosillo, y Don José Antonio Monsalve para sus jefes, con el título de capitanes generales. Cada uno de ellos tenia igual autoridad, y su reunion componia lo que llamaban Supremo consejo de guerra. Este ejemplo del Socorro, y el de la insurreccion, fué imitado rápidamente por todos los demas lugares de aquel corregimiento ó provincia, por gran parte de las de Tunja, Pamplona, los İlanos de Casanare y Maracaibo; pues el movimiento revolucionario se propagó por toda la actual provincia de Mérida hasta las cercanías de Trujillo. En cada uno de los pueblos, villas y ciudades. fueron depuestos los gobernadores, corregidores y demas ministros reales. El Comun, segun entónces se llamaba, elegia capitanes generales en las ciudades ó villas, y subalternos en las parroquias pequeñas. Todos los capitanes se sujetaron voluntariamente á los generalísimos del Socorro para dar unidad y conseguir el objeto de su empresa.

Este

era abolir el estanco de tabaco y que todos pudieran cultivarlo con absoluta. libertad; moderar el de aguardientes; reducir la alcabala al dos por ciento, suprimir los derechos de sisa, armada de Barlovento, papel sellado, guias, tornaguias y demas gravámenes que habian impuesto á los pueblos los reglamentos del regente visitador Piñerez, objeto del ódio y execracion de los pueblos. Contra Piñerez y el fiscal Don Francisco Moreno, salió de Santafé y fué circulado con mucha celeridad á cada uno de los pueblos conmovidos, un pasquin incendiario que halagaba á los Indios y á la multitud y que acabó de insurreccionar la poblacion.

"Los comuneros se apoderaron de todos los caudales de real hacienda, persiguieron á los administradores, destruyeron las rentas que odiaban, y destinaron los productos de las que dejaron subsistentes para los gastos de su empresa. Pero en medio de las pasiones que en tales circunstancias agitan á la multitud, cuando ha sacudido el yugo de las autoridades, rompiendo las trabas y restricciones que habia respetado largo

tiempo, los pueblos insurreccionados manifestaron mucha moderacion y virtudes cívicas. En ningun lugar se cometieron asesinatos, ni los grandes crímenes que han dejado tan horrorosos recuerdos de otras revoluciones. Los empleados odiosos huyeron, y los españoles europeos, que eran tambien aborrecidos, adoptaron el mismo partido, ó disimularon sus sentimientos. El grito general se dirigia á que se quitaran los pechos y las nuevas contribuciones con que los pueblos eran vejados y empobrecidos; mas al hacer su revolucion, en cada uno de los lugares, protestaban que de ningun modo querian romper los vínculos que los unian á la nacion española, ni el vasallage que habian jurado al rey católico. No hubo, pues, espíritu alguno, ni ideas de independencia.

"La revolucion del nuevo reino de Granada se aumentó con las noticias de las conmociones del Perú por el Inca Tupac Amaru. Este llegó á ser proclamado por rey en el pueblo de Silos cerca de la ciudad de Pamplona, y lo mismo querian hacer varios pueblos de Indios en la provincia de Casanare.

"Luego que el regente visitador, que mandaba en Santafé, supo el movimiento general, formó una espedicion de cerca de cien hombres armados que iban al mando del capitan de la guardia del virey, Don Joaquin de la Barrera, quien llevaba doscientos fusiles mas para todos los leales vasallos del rey que quisieran agregársele en el camino. Este pequeño destacamento debia apaciguar los pueblos por la fuerza, y el oidor Don José Osorio oir sus quejas y administrar justicia contra los que resultaran culpados en los movimientos revolucionarios. Cuando partió de Santafé aquella tropa no quedaron mas fuerzas ni armas para resguardo de la capital.

"Los habitantes del Socorro y demas pueblos de aquel corregimiento recibieron noticias anticipadas de la expedicion que iba contra ellos, las que los exasperaron en sumo grado. Salieron, pues,

con designio de atacarla, quinientos hombres armados de lanzas, hondas y palos, al mando de Don José Ignacio Calviño, y Don Antonio José Araque. La espe dicion del gobierno español llegó á la parroquia de Puente-Real, en donde los comuneros le intimaron que se retirara. El oidor Osorio y el comandante Barrera contestaron que de ningun modo lo ha

cian, encerrándose en una casa fuerte. Calviño y Araque, sin intimidarse con las armas de fuego, hicieron avanzar á sus gentes que ocuparon el lugar. El terror se apoderó entónces de los soldados del rey y de sus oficiales. El ayudante Don Francisco Ponce huyó vestido de fraile, y no paró hasta la capital: el teniente Don Antonio Vandal, gobernador de Neiva, lloró públicamente y casi todos los soldados se escaparon tambien sin armas y disfrazados. Solo quedaron el oidor, el comandante Barrera y unos pocos soldados que, obligados à rendirse á los comuneros con todas las armas y municiones, fueron bien tratados, y conducidos á Chiquinquirá. El oidor murió poco tiempo despues de sus enfermedades, y á Barrera se le dió libertad.

"Un pánico terror se apoderó de las autoridades existentes en Santafé, y de todos sus habitantes. Se habia creido que la espedicion era suficiente para pacificar los pueblos conmovidos, y en la capital no habia quedado fuerza al guna de reserva. Era muy tardio el recurso á la plaza de Cartagena, en donde únicamente habia algunas tropas ne cesarias para la defensa contra los Ingleses, que tenian entónces en aquellos mares una superioridad decidida. Ademas, las autoridades españolas no coufiaban en los habitantes de Santafé, á quienes no sin fundamento creian adictos á la revolucion del Socorro, cuya causa era muy popular. Se sabia que de la capital habian sido circulados algunos pasquines que fomentaron poderosamente la insurreccion, sin embargo de que no se habia notado movimiento alguno en el pueblo.

"En tales circunstancias se juntó por la noche el Real Acuerdo, luego que se tuvo la noticia de la dispersion del Puente-Real. Las opiniones fueron diferentes, como siempre acontece en tales circunstancias. Al fin despues de dos días, y en junta general de tribunales, en que tambien intervino el cabildo secular, se resolvió: que el regente visitador Piñe rez, cuya persona era tan odiosa á los comuneros, se retirase á Cartagena: que se publicara por bando la rebaja que acordaron de dos reales en cada azumbre de aguardiente, y de igual cantidad en la libra de tabaco: que cesara el derecho de armada de Barlovento, y que la alcabala se redujera al dos por ciento, aboliéndose las formalidades de guias y tor

naguías. Este bando se publicó á las seis de la tarde, hora extraordinaria, que indicaba el miedo de que la junta se hallaba poseida. Se acordó igual. mente desde la primera reunion de los tribunales, que el arzobispo de Santafé Don Antonio Caballero y Góngora, muy respetado por su carácter y virtudes, saliera á contener á los comuneros, interponiendo su dignidad. Igualmente fueron nombrados el oidor Don Joaquin Basco y el alcalde ordinario, doctor Don Eustaquio Galavis, en clase de comisionados con todas las facultades que tenia el Real Acuerdo y la junta general de tribunales, para que fueran á encontrar á los comuneros y que les conce

dieran cuanto pidiesen en beneficio del rey y de los pueblos. Los comisionados se trasladaron inmediatamente á Zipaquirá.

"Mientras que esto pasaba en Santafé la revolucion hácia rápidos progresos en la provincia del Socorro, que era el foco principal de ella. Los pueblos estaban altamente decididos á tomar vigorosas medidas para realizar su intento de abolir los pechos y contribuciones que odiaban; mas no tenian los mismos sentimientos todos los llamados capitanes generales, Plata, Rosillo, Monsalve y Berbeo.

El primero queria estar bien con el partido real y con el del pueblo, y no fomentaba la revolucion, ántes bien contrariándola en diferentes ocasiones debilitaba su impetuosidad. Se puede afirmar que mas bien sirvió la causa del rey, y que hizo traicion á la confianza que en él depositaron sus compatriotas. Rosillo. y Monsalve desempeñaron sus capitanías con mas actividad, dando algunos pasos que los comprometieron con el partido real, á pesar del carácter tímido que tenia el primero. Berbeo sí que tomó la revolucion con mucho ardor, y dictó cuantas providencias eran capaces de darla impulso y propias de una alma elevada y enérgica. El por sí solo, ó acompañado de Rosillo y Monsalve, dió las órdenes para la espedicion contra Puente-Real: él dirigió circulares á los pueblos, asignándoles los hombres armados que debian remitir para la espedicion que meditaba contra Santafé: él dispuso, para los aprestos, de las rentas reales, de los diezmos, propios, y otros caudales públicos: él en fin se hizo nombrar generalísimo de los comuneros,

cuidó de que en su lugar quedara de capitan general del Socorro el doctor Don Ramon Rañirez, y so pretesto de venir á Chiquinquirá á tratar con el oidor Osorio salió del Socorro. En el camino halló las tropas de los diferentes pueblos, y poniéndose á su cabeza como general, se dirigió á Santafé por Moniquirá, Ráquira, Lenguasaque y Enemocon. De paso acabó de conmover el corregimiento de Tunja, y fué recibido en todas partes con grandes aplausos. En Ráquira le llegó un oficio de los comisionados Basco y Galavis, en que le pedian se adelantara á tratar con ellos, pues tenian facultades amplias para oir sus peticiones y cimentar la tranquilidad pública sobre bases sólidas. Luego que se acampó en el pueblo de Enemocon teniendo cuatro mil hombres, recibió comunicaciones del arzobispo y comisionados en que le manifestaban ser muy pacíficas sus miras, y que estaban prontos á conceder cuanto deseaban los pueblos.

"Berbeo oyó las propuestas, y asociado de sus principales subalternos, que eran los capitanes de la ciudad de Tunja, formó un proyecto de capitulaciones. Para quitar dificultades que se multiplicaban con la distancia movió su campo á las cercanías de Zipaquirá á ocho leguas de la capital, y llegó á tener de diez y seis á diez y ocho mil hombres á su mando. Casi todos estaban armados de lanzas, hondas y palos. Solo tenian de trescientas á cuatrocientas bocas de fuego con pocas municiones. Sin embargo ellos eran soberanos y podian mandar lo que quisieran, pues las autoridades españolas de Santafé carecian de fuerza y de armas que oponerles. Así fué que Berbeo como general nombró por capitanes de los moradores de Santafé al regente del tribunal de cuentas doctor Don Francisco Vergara, al marques de San Jorge Lozano, á Don Francisco Santamaria y á Don Nicolas Ber nal; los cuales tuvieron que obedecer presentándose en su campo, lo mismo que el cabildo de la capital.

"Al fin despues de largas disputas y alborotos se concluyeron las capitulaciones de Zipaquirá, debidas especialmente á la interposicion y respeto del arzobispo Góngora. Berbeo y sus compañeros cedieron algun tanto de sus primeras demandas, y se firmó un tratado que tenia treinta y cinco artículos".

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CAPITULACIONES EXIGIDAS POR LOS COMUNEROS DE LA NUEVA GRANADA AL GOBIERNO ESPAÑOL EN 7 DE JUNIO DE 1781.

Mui poderoso señor. El capitan general comandante de las ciudades, villas, parroquias y pueblos, que por comunidades componen la mayor parte de este reino, y en nombre de los demas restantes; por los cuales presto voz y caucion, mediante la inteligencia en que me hallo de su concurrencia, para que unánimes y todos juntos, como á voz de uno se solicitase la quitacion de pechos y minoracion de excesos que insoportablemente padecia este mísero reyno, que no pudiendo ya tolerarlos por su monto, ni tampoco los rigorosos modos invertidos para su ejecucion, se vió precisada la villa del Socorro, á sacudirse de ellos del modo que ya es notorio, á la cual siguieron las demas parroquias, pueblos, ciudades y lugares, por ser en todos ellos uniforme el dolor; y como haya mediado para su intermedio y se acelere para la convencion á que todos los principales univocamente propendamos, parezco ante V. A. con mi mayor rendimiento por mí, y en nombre de todos los que para dicha comandancia me eligieron, y de los demas que por este fin, se han agregado, presentes y ausentes en virtud de lo que se me ha prevenido por los señores comisionados, espongo, propongo las capitulaciones siguientes:

1 Que ha de fenecer en el todo, el ramo de real hacienda titulado Barlovento, tan perpetuamente que jamas vuelva á oirse su nombre.

2 Que los guias que tanto han molestado en el principio de su establecimiento á todo el reyno, cese para siempre jamas su molestia.

Que el ramo de barajas se haya tambien de extinguir, y que solo queden por el comercio.

4 Que el papel sellado, atenta la miseria en que está constituido este reyno, solo quede corriente el pliego de medio real para los eclesiásticos, religiosos, indios y pobres, y el pliego de á dos reales para los títulos, y litigantes de personas de alguna comodidad, y no otro de ningun sello.

5 Que por cuanto los mas jueces que se nombren alcaldes ordinarios de la hermandad y pedáneos, es su nombra

miento contra su voluntad por el abandono con que dejan sus casas y cortos haberes de su manutencion; y que á mas de esta incomodidad se les exigen cantidades para ellos mui crecidas de medias anatas, expresa capitulacion como las antecedentes, cese su contribucion en el tiempo venidero, por no reportar de semejantes empleos ningun cómodo ni para su manutencion, ni sufragar el oficio para las pérdidas de la casa que abandona.

6a Que en el todo y por todo se haya de extinguir la renta frescamente impuesta del estanco de tabaco, á que aun en tiempo del excelentísimo señor don Sebastian de Eslaba, que entraban chorros de oro y rios de plata de Cartagena con su sabia inspeccion y notoria prudencia, conociendo la diferencia del reyno no tuvo por conveniente su imposicion, ni los dos excelentísimos señores don José Alonso Pizarro y don José de Solis por el práctico conocimiento que tuvieron de su miseria, hasta que el excelentísimo señor don fray Pedro Messia de la Zerda, con el título de proyecto experimental aparentando beneficio del público fue la basa en que se cimentaron tamaños perjuicios, como se han experimentado para lo que lo beneficiaban, y con los canges de otros frutos de este reyno lo traginaban los pobres que alcanzaban á tener cinco cabalgaduras, y que si se miran las cuantiosas asignaciones á los arrentados para esta administracion, los remedios correspondientes para ella y la alcabala, que en tantas rentas y ventas y cambios, y la muchedumbre de cargas que de él se han quemado, se hallará que S. M. (que Dios guarde) poco ó nada ingresaba en su erario, y los míseros vasallos tuvieron con este establecimiento tan imponderables amarguras que no cupieran en los volúmenes del Tostado, si se hubiesen de referir.

7a Que hallándose en el estado mas deplorable la miseria de todos los indios, que si como lo escribo porque la veo y conozco, la palpase V. A. creeré que mirándola con la debida claridad, con conocimiento que pocos anacoretas tendrian mas estrechez en su vestuario y comida, porque sus limitadas luces y ténues facultades de ningun modo alcanzan á satisfacer el crecido tributo que se les exige con tanto apremio, así á estos como á los mulatos requintados, sacándolos correjidores los tributos con

A lo que

tanto rigor que no es creible. concurren los curas por el interes de sus asignados estipendios, que atenta la expresada miseria, solo quede en la contribucion total y anual de cuatro pesos los indios, y los requintados de dos pesos: y que los curas no les hayan de llevar derecho alguno por sus obenciones de óleos, entierros y casamientos, ni precisarlos para el nombramiento de alferez para sus fiestas, pues estas en caso que no haya devoto que las pida las coste en las cofradías, cuyo punto pide pronto y necesario remedio; como así mismo, que los indios que se hallan ausentes del pueblo que obtenian su territorio, el cual no se haya vendido ni permutado, sean devueltos á sus tierras de inmemorial posesion, y que todos los resguardos que de presente posean les queden no solo en el uso, sino en cabal propiedad, para poder usar de ellos como tales dueños.

8a Que habiéndose establecido la renta de aguardientes con la pension á los ingenieros de trapiches de ocho reales por botija, cuyo método se varió hasta el acrecentamiento en que hoi se hallaba este ramo, solo haya de tener el precio de seis pesos por botija de diez frascos bocones, y dos reales por botella y de superior aguardiente, precio perpetuo sobre cuyo pié se saque al pregon, y rematando si lo quisiesen por el tanto las ciudades, villas y lugares puedan encabezarse en él, segun las disposiciones reales de Castilla, sesta, séptima y octaba de las condiciones generales, de los arrendamientos, y la municipal sobre en tanto de los diezmos, estancos y rentas, capitulando con la debida espresion su cumplimiento: si esta renta quedase por arrendamiento haya de ser penada la persona que la defraudase en la cantidad del cuatro tanto de baticion ó licor que en dicho fraude se le encontrase, y si fuese persona miserable que no tenga con que satisfacer la multa, se le den tantos dias de prision cuantos pesos haya de pagar, y que no se le imponga otra pena alguna.

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dones por ser frutos que propiamente solo los pobres los siembran y cogen, y pedimos asi se establezca por punto general.

10 Que hallándose la entrada de la ciudad de Santa Fé con demasiada incomodidad en su trafico, se solicitó por el cabildo de aquella ciudad, y atendió el excelentísimo Señor don José Alonso Pizarro se estableciese de nuevo impuestos de tres cuartillos por el piso de la bestia, y un real la carga de negociacion desde el año pasado de setecientos cincuenta, é importando la cuenta dada por el administrador de alcabalas mas de cuatro mil pesos en cada un año, es preciso que siendo su contribucion desde aquel tiempo al presente mas de ciento treinta mil pesos, y siendo el mayor abaluo, que en aquel tiempo se le dió el de setenta y tantos mil pesos deberian sobrar cerca de sesenta mil pesos y haber cesado esta exaccion para que de este modo se aliviasen los pueblos, y que con el sobrante se hubieren construido otras obras públi cas en el resto de las ciudades y pueblos contribuyentes, pues no es bien visto que llevando el mayor gravámen, los vecindarios de Velez, Socorro, y Tunja se hayan quedado sin parte alguna en la composicion de sus caminos por lo que es mui conforme el que cese la circular contribucion, que si la de Santa Fé la necesitaba solo la haga con su demar

cacion.

11 Que habiéndose establecido el correo en el año pasado de cincuenta por el excelentísimo señor don José Alonso Pizarro en aquel principio, no causó las incomodidades que en su reforma impuso el director general Pando, el cual instruido por personas inespertas de las distancias que hai de los lugares de sus carreras, y en los de sus colaterales, les asignó, crecidos é indebidos portes, por lo que han resultado continuadas estracciones en los pliegos: y para que en este ramo haya aumento al real erario y los vasallos no sean incomodados, tanto en sus intereses, como en la disminucion de sus comunicaciones deba arreglarse en el modo siguiente:

Las cartas de Tunja, villa de Leyva, Chiquinquirá, Puente real de Velez, y los lugares de igual distancia, las sencillas á medio real, las dobles á real, y la onza á real y medio, las que ascendiesen para adelante á proporcion.

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