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cu (1606); Anganamun, Longoñongo (1610) etc., i la interminable serie que anotan los anales guerreros del suelo araucano. De ese rejistro de sangre de tres centurias ¿no podria brotar un reguero de tranquila luz para estudiar esta faz de la sociolojia mapuche?

Durante los primeros años de la conquista, fué práctica designar a los indios, fueran caciques o principales, a la manera de que éstos eran ape.

ron bajo los auspicios del Ministerio de Marina. Contiene numerosas observaciones tomadas en el terreno.

Para la bibliografía de la lengua cunza pueden consultarse los datos que proporciona el Glosario de Vaisse, que hemos citado en el testo.

Aparte de la luz propia que arrojan éstos i otros trabajos análogos de primera mano, debo observar que su comparacion con los trabajos similares que han visto la luz desde el antiquisímo inventario de las lenguas del erudito don Lorenzo Hervas I PANDURO, tiene el mas alto interes.

La literatura lingüística ha adquirido en un siglo tan enorme desarrollo que se puede asegurar que cada pais tiene ya bibliotecas enteras de sus lenguas respectivas i con referencia a Alemania es sabido que hai muchísimos filológos que se ocupan desde hace 50 años en investigaciones particulares sobre apellidos de los habitantes de una ciudad o distrito. GODOI ALCÁNTARA refiere en su Ensayo histórico, etimolójico, filolójico sobre los apellidos castellanos que Hoffmann de FALLERSLEBEN fué el primero que entró en esta via, publicando en 1843 «para los aficionados a la filolojia jermánica, el catálogo esplicado de los habitantes de Breslau. Algunos años despues dió a luz trabajos análogos sobre las ciudades de Hannover i Cassel. FROHNER le ha imitado en su libro sobre los nombres de Carlsruhe. La Academia de Berlin (agrega Godoi Alcántara, cuyas son estas informaciones) abrió concurso para un catalógo de nombres jermanos anteriores al año 1100. Sobre la conciencia con que se hacen estos trabajos, bastará decir que FORSTMANN invirtió mas de diez años en su obra Altdeustches Namenbuch.

Demas está advertir a los doctos que los trabajos sobre la materia emprendidos por los americanistas no se han situado desde el punto de vista etnográfico, filolójico e histórico, i con relacion al abundante Diccionario de apellidos de CONTO E ISAZA puede notarse la ausencia de una cantidad considerable de ellos, i aun de algunos vivos que ya tienen situacion conquistada en la literatura contemporánea, i de algunos muertos, que por lo menos tienen derecho a un nicho o un número o una cifra en el panteon literario.

Hlidados, como consta en los anales del cabildo, fuente principal i algo como rejistro civil de su existencia.

Así, cojidos al azar, figuran allí los propietarios indíjenas, los dueños i señores del terruño primitivo, los agricultores i chacareros.

Tales: Incagorongo, principal de Apochame (mayo 2 de 1547); Gua chinpilla, cacique de las riberas del Maipo (junio 2 de 1547); Apochume, (junio 27); Millacasa, cacique de Maipo (agosto 2 de 1549); Itanguillanga, Quinellanga (diciembre 23 de 1549); Talagante (febrero 22 de 1552); caci que Atungillanga (diciembre 7 de 1552); Lenmaulen, cacique del pueblo Ranguelpaico (abril 7 de 1553), etc., etc.

Despues, al adoptarse las encomiendas se jeneralizó entre los indios chilenos la costumbre de tomar un nombre comun del santoral español.

Las actas del Cabildo espresan constantemente al designarlos, un nombre aislado: Cacique Martin (2 de enero de 1552), indio Patricio. La del 9 de mayo de 1551 nombra a los indios Francisco, Baltazar, Juan, Bartolomé, Alvaro1.

Los yanaconas peruanos son designados del propio modo. Al mismo tiempo se mantuvo la costumbre poco a poco de señalarlos con los apellidos orijinarios, algunos de procedencia incaica, como Guaico, Vilca, Poma, Titima, Cayo i otros de dialectos.

En un pleito de 1578, ante la Audiencia, referente a deslindes de la propiedad de los padres de Santo Domingo, declara un indio Alonso Liva, del sur, nacido en 1533, i otro Melchor Sixa, nacido en 1483.

1 La célebre cacica de Talagante, relacionada con el aleman Blumen (Flores), carecia de apellido: los españoles la llaman doña Elvira; segun una reiterada costumbre mapuche, se suele dar a las tierras el nombre de sus dueños; i en tal caso, Talagante seria el nombre hereditario de la cacica del lugar. Del mismo modo, Michimalonco, que es el cacique del Aconcagua, a la vez servia para designar la rejion que él poseia en el siglo XVI. Cerca de Quillota hai un lugar Rabuco, que significa «agua que brota de la arcilla»; pues bien este es un antiquísimo apellido, que se conserva en las provincias septentrionales.

De este i otros hechos se infiere que, como ha ocurrido en otros muchos paises, los nombres hereditarios de las personas han salido de los nombres propios de los lugares de que eran oriundos o propietarios.

En otros autos, relativos a los primeros pobladores de Mendoza1 figuran algunos caciques ante Antonio Bello, escribano de la ciudad, a 28 de agosto de 1574. Usan algunos nombre i apellido i otros nó. Así declaran qué tierras habia vacas en Aincat, Peipolota i Tantaiguen, los caciques Felipe Esteme, Hernando Goaimaye, Diego Anato, Aillallao, el principal Ulitian i Acmayen; hâcese mencion de un indio Goazap, de los caciques Pilectay i Coyo, i de la india Estepe. De los parentescos relacionados en el documento resulta que Goazap es tio de Esteme; que Pilectay i la Estepe son los padres de Goaimaye. Una acequia es denominada «Goazap Mayu».

Del estudio de este antiguo documento en que consta que las tierras de Goaimaye fueron dadas en merced por Rodrigo de Quiroga al célebre capitan Alonso de Reinoso, resulta que entre los indios de Mendoza era costumbre usar apellidos, o presumiblemente que despues de la conquista al nombre indíjena hereditario agregaban otro del santoral romano, convir tiéndose así el primero en apellido.

Como quiera que sea, es un dato propio de la onomástica chilena que los caciques, dueños i señores de las tierras que los españoles fueron repartiéndose, se asimilaron pronto la costumbre hispánica de añadir nombres personales a los nombres hereditarios con que señalaba su tribu, o bien la comarca, el valle, la tierra o la simple acequia que era de su propiedad.

La onomástica chilena primitiva tiene fuentes variadas en el siglo XVI: en primer lugar los nombres que proceden de yanaconas peruanos (elemento quechua); en segundo, los que se refieren a los indios mapuches que poblaban i eran aboríjenes del valle de Chile (o sea de Aconcagua hasta Santiago); en seguida, los nombres provenientes de la lengua atacameña; luego las procedencias millcayac i allentiac que se hablaban al otro lado de los Andes en la provincia de Cuyo; i por último, la influencia indíjena mas difícil de determinar de las rejiones de nuestro pais en que hubo mezclas procedentes de dialectos desaparecidos totalmente.

Como lo tenemos dicho, i se comprende, este es problema de lingüística, i obra de un trabajo especial que no estamos preparados para abordar. Un estudio de esta naturaleza comprende forzosamente la etimolojía comparada.

1 Real Audiencia, vol. 1892, en nuestra Biblioteca Nacional.

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Es de reconocida importancia para determinar el orijen de los nombres. hereditarios, el conocimiento de los nombres jeográficos primitivos porque de ordinario, suelen ser comunes unos i otros.

La dificultad para resolver estas cuestiones con criterio científico proviene en gran parte del desaparecimiento o corrupcion de vocablos antiguos, que tenian una significacion sustantiva, acreciéndola todavía la diferente manera como figuran escritas.

Así, para no citar sino uno que otro caso en el mismo espediente inédito acerca de los primeros pobladores de Mendoza, a que hace poco nos referimos, al tratarse de la encomienda de 4,000 cuadras al capitan José de Villégas, se solicitan las que están en las demasías de « Oco, que se dicen Llacorantum», limitándolas con la cordillera llamada Chesmaulejed i Paltaututa i Remaututi, i rio del Faljalmati. Las encomiendas de otros capitanes (Gregorio de Morales i Juan Flores de Osorio) eran en el valle Corontun i en tierras llamadas Pejemuuta.

Las oscuridades que se advierten para el desciframiento de esos nom bres indíjenas nacen de la circunstancia de no existir estudios etimolójicos. de nombres jeográficos que aclararian de golpe su sentido.

Hoi ha pasado a ser un lugar comun el hecho de que por el exámen de las raices de las palabras se ha podido conocer la historia mas remota de pueblos que no habian dejado mas huella que unos cuantos nombres. El lingüista puede i ha solido ya prestar este gran servicio a la investigacion histórica, i no seria raro que en menor escala el hecho se pudiera repetir tratándose de la onomatolojía indíjena.

Tarea es ésta de especialistas que han de hallar de seguro en las fuentes primitivas de nuestra historia, material suficiente para reconstituir el capítulo de sociolojía relativo a la onomástica indíjena que acaso mereceria un estudio especial.

CAPÍTULO II

LA ONOMÁSTICA CHILENA

SUMARIO.-LOS apodos.-Supervivencia de los motes.-Particularidades de la onomatolojia chilena. -Alteracion de los nombres hereditarios estranjeros.-Los apellidos jeográficos.-Los Reyes» de Chile.-Predominio de los apellidos maternos. - Abandono de apellidos patronímicos. -Invencion de nombres hereditarios.—Variedades jenuinas de la onomatolojía nacional.—La influencia eúscara o vasca; sus apellidos significativos.—¿Cada cual es dueño de su apellido?

II

Los apodos son tan viejos como el mundo.

No hai escolar que no sepa que a Demóstenes lo llamaban el Tartamudo (batalos). Platon, cuyo verdadero nombre era Aristócles-fué llamado así a causa de la anchura de sus espaldas (platys, ancho).

1

GODOI ALCÁNTARA en su clásico libro sobre Apellidos castellanos (pájs. 178 a 195) da una nutrida lista de cómo se han jenerado ciertos nombres hereditarios, desde los mas vulgares hasta los mas ruines, desde los de alto coturno hasta los de la jerga mas despreciable; éstos de defectos físicos, aquéllos de partes desproporcionadas del cuerpo; los de mas acá, de circunstancias favorables; los de mas allá, de cualidades morales, aficiones,

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