Imágenes de páginas
PDF
EPUB

de mi observacio, aunque indiretamente hecha, me dijo con toda franqueza, que él comprendia que muchas veces los hombres de estado, tenian que obe leser á exigencias de la opinion pública, y que con frecuencia, los pueblos por un esceso de celo comprometian situaciones tirantes, debiendo en este caso los hombres de estado, sobreponerse á todo, para buscar lo que mas convenia al bien público sin menoscabo del honor. Agregando que así como en nuestro pais, habia preocupaciones vulgares respecto de nuestra política in ternacional, tambien en el Brasil escistian esas preocupaciones (preconceitos), finalizando por decirme, que creia sin embargo, que en nuestro pais era mayor la prevencion al Brasil, habiendo en la República Argentina partidos que hacian profesion de fé de animadversion ó de desconfianza al

Brasil.

Con tal motivo entrámos á ocuparnos del estado de la opinion pública en uno y otro país por lo que respecta á desconfianzas ó simpatias reciprocas, diciéndole yo por mi parte, que me permitiese decirle, que lo veia á él preocupado de una idea de que generalmente participaban los hombres de estado del Brasil, y era de creer que la animadversion hacia el Brasil, era un sentimiento predominante y popular en la República Argentina. Que la política de la paz y de la alianza, basada en intereses comunes, y justificada por resultados benéficos era una política superior á todas las voluntades, y que ningun hombre, ni partido político podria pretender destruirla.

Que á mi me hacian el honor de creer que habia sido el promotor de esta buena política de paz y de amistad, que habia hecho prevalecer contra una opinion general en él.Que el que hacia cerca de 40 años, que estaba ocupando un trono con mas poder y mas influencia que yo como Presidente de una República, debia saber, que no se realizan resultados

contra la voluntad y la conveniencia de los pueblos y sin la conveniencia eficaz de las fuerzas vivas de la opinion. Que así yo, inspirándome en las conveniencias de mi pais, y obedeciendo á la lógica de los hechos, habia tenido la fortuna de continuar y ensanchar una política, que nos emancipaba de antiguas cuestiones hereditarias, que no tenian razon de ser, y por eso veia él, que despues de haber dejado el Gobierno, ella continuaba, la misma y era yo el agente que venia á reanudarla liquidando amigablemente nuestras cuestiones pendientes.

El Emperador aunque no me pareció del todo convencido respecto de nuestras simpatias populares, hacia el Imperio, aun cuando hacía debida justicia á la ilustracion de nuestros hombres de estado, me preguntó abordando resueltamente un tópico delicado:—«Espero que con esto cesarán las prevenciones de anexiones por parte del Brasil

Interpelado tan directamente sobre el particular contesté como lo pienso que tales prevenciones, si es que aun existian en algunos, se disiparian por el ejercicio franco y leal de la buena política internacional á que el tratado de alianza habia puesto el sello, haciéndome un deber de honor en declarar, que en esta ocasion el Brasil, habia procedido con tanta buena fé como buena voluntad y que asi lo reconocian todos en mi pais, no solo los hombres ilustrados, sinó el pueblo todo, agregando que para bien y honor nuestro, tales prevenciones ó proyectos de engrandecimiento, fuera de las leyes del progreso que es hijo de la paz y del trabajo, debian olvidarse asi en el Imperio del Brasil, como en sus vecinos del Rio de la Plata.

El Emperador recordando talvez lo que le habia dicho con motivo de las invasiones de indios, que era un mal inherente á naciones que tienen mucho territorio y poca poblacion, me dijo con mucha oportunidad: que el Brasil era

demasiado grande en estension territorial, y que lo que le faltaba era poblar sus vastos desiertos, teniendo dentro de sus límites, un campo vasto para ejercitar, la ambicion y la actividad del patriotismo, en bien propio,y sin herir el derecho de sus limítrofes, agregando que la República Argentina se hallaba en las mismas condiciones, y que necesitaba como ellos de la paz para impulsar su progreso, desenvolviendo su poblacion, sus ferro-carriles, sus telégrafos y demas empresas que habian de asegurar su felicidad.

A tan nobles propósitos tan sinceramente manifestados, crei deber contestarle con algunas palabras agradables, respecto de los grandes destinos que espera á estos paises, y espe. cialmente al Brasil, bajo los auspicios de la paz, y los dictados de una buena política internacional, cuya primera regla debia ser, no hacer política de proselitismo, respetando la voluntad nacional de cada pais, manifestando mi confianza, respecto de los principios estables y de las instituciones libres, que regian la conducta del Imperio para con los paises amigos, haciendo votos por su engrandecimiento y unidad, y esperando que á él le cupiese la gloria de dejar consolidado este hecho, legando á este pais la libertad constitucional y las grandes reformas ya iniciadas, que la harian mas duradera y fecunda.

El Emperador agradeciendo mis palabras, me pidió noticias del órden interno de nuestro pais y respecto de las alar. mas de invasion á Entre-Rios-Le contesté, que el órden interno de la República reposaba sobre bases estables, y que creia que el arreglo que acabábamos de celebrar con el Brasil contribuiria eficazmente, á su afianzamiento, asi como á la paz con nuestros limítrofes. Me repuso que asi lo pensaba tambien y que se felicitaba de ello, y de que los part dos internos, no esplotasen en daño nuestro pretesto de concurrencia del Brasil, con que no podian ni debian contar, manifestán

dose muy complacido de que estuviesemos en buenas relaciones con Chile y Bolivia y de que pudiésemos arreglar bien nuestras cuestiones con el Paraguay con su concurrencia moral, llenando sus deberes de aliado.

Continuando nuestra conversacion, volvió á pedirme noticias del estado en que se hallaba el proyecto del ferro-carril trasandino, mostrando mucho interés, sobre el particular, interrogándome sobre sus probabilidades de éxito, y sobre los puntos que se tenian en vista, para atravesar las cordilleras, con cuyo motivo, entró en algunos detalles geográficos, dándole abundantes informes y repitiéndole lo que ya le habia dicho otra vez, que hasta el pre-ente no era sinó proyecto cuyos estudios estaban casi terminados; y que esperaba no tardaria en ser un hecho continuando la paz que hoy podia decirse garantida, y el desenvolvimiento progresivo de la riqueza, así en Chile como en la República Argentina.

Apropósito de este tópico, entramos en algunas consideraciones generales cayendo de nuevo al de las mútuas desconfianzas disipadas, al de la paz asegurada, las grandes obras de utilidad pública realizadas, felicitándonos de tal resultado: con cuyo motivo dije: qne esta era la gravitacion natural de los intereses que nos colocaria en las verdaderas condiciones del progreso, alejándonos del peligroso y ruinoso sistema de la paz armada, á que podriamos ser arrastrados contra nuestra misma voluntad, á lo que me contestó con mucha espontaneidad y casi interrumpiéndome: «que la paz armada era la política que habia arruinado la Europa, y la mantiene en el estado de alarma que hace incierto el presente, y peligroso el porvenir» apreciacion que aunque exacta y natural no esperé oir de boca de un soberano, á quien atribuyen otras ideas y otras miras despues de su reciente viage por el viejo mundo, y de las ovaciones que ha recibido en todas las Cortes Europeas.

Pareciéndome que la conversacion se habia prolongado, y que tal vez el Emperador por deferencia no hacia ademan de despedirme como es de regla en esta Corte, pedí permiso para pasar á saludar á la Emperatriz, á lo que accedió con mucha amabilidad diciéndome al despedirme, que le seria siempre agradable recibirme en calidad de amigos todos los dias y á toda hora; agradeciendo yo por mi parte el honor que me habia hecho y la bondad que me dispensaba. Dios guarde á V. E.

BARTOLOMÉ MITRE.

Legacion Argentina en el Brasil.

Rio de Janeiro, Noviembre 11 de 1872.

A. S. E. el Sr. Ministro de Relaciones Esteriores Dr. D. Carlos Tejedor.

Señor Ministro :

He tenido el honor de recibir la nota de V. E. fecha 4 del corriente en la cual se modifican las instrucciones de que fué munido para tratar con este Gobierno, previniéndosenos procure no no hacer depender la evacuacion del Paraguay por las fuerzas aliadas; de la celebracion de los tratados definitivos, y que ella deba efectuarse en todo caso seis meses despues.

Habiendo recibido estas instrucciones, cuando ya estaba ajustado el acuerdo con este Gobierno, me es agradable poder decir á V. E., sin embargo que el caso fué previsto en las negociaciones, y que poniéndome en los dos casos que V. E. señala queda estipulado: 1.° Que la evacuacion se verificará tres meses despves de los tratados definitivos. 2.

« AnteriorContinuar »