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ras.

Y vosotros buitres de Baylen, de Leipisck, de Waterloo, no vengais á disputar la presa de cadáveres al carancho de la Defensa, y al Condor de Maypú y de Ayacucho.

VII.

EL PELIGRO POR PARTE DE AMÉRICA.

Ya en un tiempo, un saltimbanque de Colombia, conocido con el nombre de Flores, dictador expulsado del Ecuador, fué á Europa á pedir soldados para restablecer el orden y civilizar un poco las regiones del Guayas y del Napo.-Obtuvo soldados, armas, buques y dinero en España, proteccion de la Inglaterra, y simpatías de Luis Felipe. Chile desbarató esas maniobras.

Ya antes, Santa-Cruz, habiendo alcanzado el Protectorado sangriento de la Confederacion Perú-Boliviana levantada sobre el patibulo de Salaverry y compañeros, nombrado grân, (que sé yo de la legion de honor de Francia, tramaba, en armonta con Luis Felipe, un plan de imperio quichua ó aymara, vestido á la última moda de Paris, con guante blanco. Un brillante ejército que llegó al número de veinte mil soldados y la descarada proteccion de la Francia, garantian el éxito.

Chile intervino y á pesar de Luis Felipe y de sus buques, á pesar de aquel ejército orgulloso con sus victorias, y á pesar de la civilizacion de Santa Cruz y de su corte, sepultó á ese embrion de Imperio en la sempiterna tumba de Yungay.

Ya antes, y cuando aun no se habia terminado la guerra de la Independencia, Belgrano, Sarratea y Rivadavia, abrian negociaciones para monarquizar las regiones del Plata. Antes de Ayacucho, y estando San Martin en el Perú, cuando la guerra de la Independencia establecia una solidaridad sagrada entre todos los pueblos y gobiernos de América, aquí en Buenos Aires y siendo ministro Rivadavia, se abrian negociaciones con la España, con el objeto de establecer la monarquia, (1) y aun

(1) Entre las graves faltas cometidas por San Martin en el Perú, una de ellas fue la de querer monarquizar la América y en especial el Perú. Las célebres negociaciones de Punchauca en 1821, y la mision confiada a Garcia del Rio y Paroissen, son documentos que no admiten discusion. El que se consagre al estudio ó análisis de la historia de la Independencia, y someta los acontecimientos a un exámen filósofico, descubrirá todo el mal que nos hicieron los

se propuso á la sala votar 20 millones para auxiliar al partido constitucional de España.

Ya en Méjico, Iturbide habia hecho el ensayo de su sangriento imperio, pero expulsado y fuera de la ley, volvió para pagar con su cabeza esa corona que buscaba.

Ya, durante la dictadura de Rosas, sus enemigos políticos atrajeron las naves de Francia y de Inglaterra para intervenir contra el tirano, y poco despues, hicieron flamear en MonteCaseros las banderas del imperio del Brasil.

Ahora poco vemos á la España apoderarse de Santo Domingo, tambien encubierto el atentado, bajo pretexto de llamamiento y votacion por la España. Solo el gobierno del Perú, que sepamos, protestó como buen americano.

Y últimamente, traidores mejicanos de la escuela de las Tullerías, han estado preparando la invasion de su patria y cebando los oidos del perjuro, eon la idea de la monarquía para civilizar á Méjico.

He ahí los hechos exteriores, ostensibles que no olvidan las cortes europeas y que saben invocar a su tiempo. - Nos llaman, dicen.

Los americanos no saben, no pueden gobernarse. Esterilizan las riquezas de su suelo. La anarquía y el despotismo los sumerjen cada dia mas en la barbarie. Desiertos, valles, producciones de todos los climas, riquezas de todo metal, puertos y costas y rios navegables que bañan todas las bellezas de un continente y que pueden conducir á nuestras cañoneras hasta el corazon de América; territorios para todo imperio para toda mo. narquía, para todo príncipe, lacayo ó pretendiente;-inviernos sin frio, extension para repartir feudos à los ejércitos de los nuevos franco-godos;-desahogo de nuestras poblaciones repletas, ocupacion á nuestros ejércitos;-distraccion á nuestros pueblos compensándolos de nuestro despotismo con las Republicas distribuidas en nuevas encomiendas; indemnizacion de nues. tros gastos, y sobre todo, satisfaccion al inmenso fuego de nuestra caridad cristiana, con la civilizacion de esos bárbaros: á América! el atentado va encubierto con el jesuitismo de la libertad,

grandes caudillos al legarnos con el brillo de las glorias militares, el gérmen de sistemas absolutistas, despoticos y muy ajenos de la democracia, orígen sin duda, muy principal de la situacion, por la cual ha pasado el continente despues de la Independencia.

(N. de E.)

pues vamos á hacer que esos pueblos elijan libremente su forma de Gobierno. Los vamos á libertar de su independencia y de su soberanía, para que sean independientes y soberanos! Y si no se nos cree, si ya no podemos engañar, somos la fuerza y á nadie tenemos que dar cuenta de nuestra mision civilizdora: á América!

SEGUNDA PARTE

VIII.

LAS CAUSAS del peligro, Y EL CHARLATANISMO DEL

PROGRESO.

Una causa peligra por tres razones: ó por la debilidad física, ó por la incapacidad intelectual, ó por la privacion del elemento moral, como principio y como alma de los hombres que deben sostenerlo: Es decir,-justicia del principio,-virtud del defensor.

La causa mas justa puede perderse, si algun error de cálculo ó. an estúpido ó miserable la dirije.

La causa mas justa puede perderse, si los que son llamados á sostenerla, no sienten el impulso moral del deber, y ceden al deber, y ceden al egoismo, indolencia ó cobardía, traicionando sea el gefe, sean los subalternos, sean los pueblos. La causa mas justa puede perderse, si sus campeones representan tal inferioridad numérica, de fuerza, de disciplina, de organizacion y de armamento que hagan la victoria imposible, pero el sacrificio obligatorio.

¡Qué causa mas justa que la de Hungria en 1848, y sucumbe por la traicion!

¡Qué causa mas justa que la de la Polonia!-y sucumbe bajo el peso exorbitante de la superioridad de fuerza bruta!

¡Qué causa mas justa que la de la República francesa en 1848! y sucumbe por la incapacidad de sus meneurs socialista-demagogos, por la incapacidad para no descubrir la perfidia, y últimamente por la traicion á la República Romana que prepara la traicion del 2 de Diciembre.

Si! es necesario no olvidar que la justicia puede ser vencida, y no ser como esos doctrinarios, eléctricos o charlatanes del

progreso, que se imaginan ó dicen para no hacer nada, que la justicia ha de triunfar por sí misma.

Y en boca de ellos, en efecto, siempre triunfa la justicia, porque para ellos la justicia ES EL ÉXITO. Triunfa Roma, es la civilizacion quien triunfa.

Triunfan los bárbaros contra Roma, cae el mundo en la barbarie, nace la feudalidad, se hace noche en la historia: Es la civilizacion que se renueva. Triunfa el catolicismo, la inquisicion se hace institucion santa y consagrada por los papas y monarcas: Es la civilizacion y caridad. Triunfa la monarquia devorando fueros, vida provincial, municipal, popular, decapitando clases, aboliendo instituciones vitales, centralizando, unitárizando, devorando libertades, riquezas, la sangre y sudor de los pueblos; y se proclama poder divino por boca de Pablo y de Bossuet. Es la civilizacion, es la unidad.

Viene la revolucion à negar esos principios y á derribar esos hechos é instituciones consagradas,-y algunos, aunque no todos, dicen, es la justicia.

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A esa escuela pertenecen casi todos los historiadores de Francia, esceptuando gloriosamente nuestros ilustres maestros, Michelet y Quinet. Pertenecen á ella todos los filósofos pantheistas, los sectarios de Schelling, de Hegel en Alemania, los Cousin, Guizot y tutti quanti en Francia; últimamente los Pelletan, y en España como imitador de imitadores, los Castelar y turba multa.

Y tambien en América, el mal habia penetrado.

Así como los poetas imitaron, plagiaron ó dinamizaron à Espronceda y algun otro que habian imitado ó dinamizado à Byron, así tambien los débiles cerebros de la juventud, que podian haber recojido los écos de la epopeya de la Independencia, se conjuraron para llorar y para cantar la desesperacion!—Y los escritores americanos del progreso, se ponen á legitimar tambien todos los hechos.

Volviendo á nuestro asunto, examinemos las causas que por parte de la América la ponen en peligro. Hemos dicho que pueden ser tres:

Causa física.

> Causa intelectual.

Causa moral.

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