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blaran, como por los que adelante poblaran y se avecindaran, para siempre jamás, y estantes y habitantes en la dicha ciudad, que todo el oro que se sacase de minas en las dichas provincias de Caracas y Tacarigua y sus comarcas, por los dichos vecinos y por otros vecinos que en la dicha ciudad habiten la víspera de Nuestra Señora de la Concepción, sea dedicado y desde luego lo dedicaba y señalaba y señaló para ornamentos y edificios de Nuestra Señora de la Concepción y fábrica della, sin que en otra cosa se despenda.

«En 27 del mes de hebrero del dicho año, por ante mí el dicho escribano y testigos yuso escritos, estando juntos y congregados, es á saber: el capitán Luis de Narváez y Per Alvarez, veedor de S. M. en la dicha jornada, é Pero Xuarez, alguacil mayor, y Juan Dominguez y Gonzalo de los Ríos y otros muchos hasta cumplimiento de cuarenta que aquí no van nombrados, que fueron con el dicho teniente, y ante ellos el dicho teniente les dijo é propuso: que ya sabían que había venido esta jornada con voluntad é intención de poblar en el puerto de Burburuata ó laguna de Tacarigua, en la comarca que mejor dispusición hobiese para poblar de presente un pueblo, y que estaba señalado el lugar y sitio donde se había de hacer y edificar en el puerto de Burburuata, é allí se había fundado la ciudad de Nuestra Señora de la Concepción, y que la iglesia era de su advocación, é que se había fecho promesa y manda á la dicha iglesia y fábrica de todo el oro que de minas se sacase la víspera de Nuestra Señora de la Concepción en las provincias comarcanas, todos los años venideros para siempre jamás, como todo ello, con otras cosas, más largamente se contiene en los dichos autos que por mí el dicho escribano fueron leídos, é siendo por ellos entendido, todos de unánime y conforme dijieron: que su intención ha sido y es y con tal prosupuesto han venido con el dicho señor teniente á poblar, y que luego se avecindaban y avecindaron en la dicha ciudad de Nuestra Señora de la Concepción del puerto de Burburuata para gozar de los repartimientos, tierras, aguas é indios é otras cosas que se repartieren como primeros pobladores y

vecinos y personas que con el dicho señor teniente primeramente se han hallado á apaciguar y á conquistar esta comarca; y como primeros vecinos y pobladores, por sí, y en nombre de los que adelante se avecindaren en la dicha ciudad, aprobaban y aprobaron é ratificaron el fundamento della fecho por el dicho teniente, y la advocación de dicha iglesia y manda fecha, para lo tener, guardar y cumplir en cada un año, etc. Y para ello obligaron, etc., etc.»>

TERCERA CARTA.

Es así, muy alto y muy poderoso señor, que en el año de la encarnación de Nuestro Señor de 1529 llegó al puerto de la ciudad de Coro Ambrosio de Alfinguer, alemán, con provisiones de S. M. para ser gobernador por nombramiento de Enrique Inguer y Girónimo Sayler: trajo trecientos españoles; vino copiosamente proveído de mantenimientos, caballos y aparejos de guerra; halló en la ciudad de Coro á Juan Ampies, fator de V. A. en la Española, con cincuenta hombres y mujeres, y vistas las provisiones de V. A., le dejó la tierra y se volvió á la isla de Curazao, que por merced de S. M. la tenía á cargo, y dende allí fué á Santo Domingo: en la comarca de la ciudad de Coro residía un cacique llamado Manaore, el mayor principal que en la gente caquetia se hallaba, y andando el tiempo, por malos tratamientos, se ausentó do murió.

Llegado el dicho Ambrosio y sacados todos sus mantenimientos y aparejos á una casa de munición, se dió á la gente todo lo necesario á muy justos precios, que en la Española no se pudieran dar á tan bajos precios, eceto los caballos y aderezos de la jineta, que al parecer de la gente se dieron en subidos precios; porque un caballo se daba por docientos. y más pesos, y una silla por cincuenta: presuponga Vuestra Alteza que la gente que llegó á Venezuela fué tan pobre, que no tenían de qué pagar esto al contado, y para lo pagar y satisfacer, se acordó y mandó por el dicho Gobernador

que ninguno, por ninguna vía, pudiese rescatar ní haber oro que no se trajese al montón para satisfacer de los dichos mantenimientos y hacienda que se les daba: y hase de presuponer que ansí mesmo esta fué la causa que no se hiciese repartimiento de la tierra, demás que se dice que hobo algunos españoles que fueron causa dello, dando á entender al dicho Gobernador que si la tierra repartiese no sería tan señor ni tan obedecido como estándose por repartir: otros quieren decir que se dejó de hacer el repartimiento hasta ver el fin de la tierra, por tener lugar de escoger en lo mejor las doce leguas de que se les hace merced por la capitulación á los Adelantados: como quiera que fuese, este fué el mayor error que se tuvo á los principios, muy engrandecido á los fines con total destruición de todo lo descubierto, y muerte de los más españoles que á la dicha provincia han ido, porque segund fama común pasan de quinien tos cristianos los que en la dicha provincia han fallecido hasta la ida del dicho licenciado Tolosa.

Habiendo reposado el dicho Ambrosio de Alfinguer con la dicha gente en la dicha ciudad de Coro, fué en descubrimiento de la laguna de Maracaibo con ciento y cincuenta hombres de pie y de caballo; donde la laguna se detuvo año y medio poco más o menos; pobló junto á la laguna un lugar que se dice Maracaibo; dejóle poblado de cincuenta ó sesenta españoles, y volvióse con muy poca gente á la ciudad de Coro, porque mucha de la que se llevó se le murió: en este comedio vinieron dos armadas, en la una de las cuales vino un Jorge Inguer con poder de Enrique Inguer y Girónimo Sayler y sin provisión real: éste no fué obede cido ni recebido por gobernador: después llegó otra armada de tres naos, con pasados de trecientos hombres, y en ella venía un Micer Juan Sinserjofer, el cual se nombraba por gobernador con los mismos poderes y sin provisión real: fué recebido este Micer Juan por gobernador, por la justi cia, regimiento y oficiales, estando ausente el dicho Ambrosio de Alfinguer, el cual, llegado en Coro dentro de quince días, fué obedecido por gobernador como lo era de antes, y

el dicho Micer Juan Sinserjofer voluntariosamente quedó sin la dicha gobernación, y dende ha tiempo quedó en Coro: estas naos trajeron muchas provisiones y mercadurías, las cuales se vendieron á los españoles, al fiado, en precios más baratos que nunca han valido, obligándose de dos en dos y tres en tres: en esta armada postrera vinieron asimismo treinta alemanes mineros, de los cuales casi ninguno vive: el dicho Ambrosio de Alfinguer trajo de la dicha entrada siete mil pesos de oro de Chafalonia, los cuales se dieron al fator de los Belzares, para en pago de la ropa y mantenimientos que en nombre de república se tomaron, y fuese á curar de una enfermedad recia que traía de la entrada: dejó por teniente á Niculao Fedreman que había venido en compañía del dicho Jorge Inguer, con que le mandó que no saliese de la ciudad de Coro y treinta leguas á la redonda en descubrimiento alguno: partido que fué el dicho Ambrosio de Alfinguer á Santo Domingo, el dicho Fedreman ecediendo la comisión que tenía, con ciento y quince hombres de pie y de caballo se metió la tierra adentro y descubrió el valle de Bariquicimeto y de las Damas, y dió la vuelta para Coro, donde halló ya de vuelta al dicho Ambrosio de Alfinguer, el cual le prendió, y hecho proceso le dió un liviano castigo: este Fedremán trujo de la dicha entrada siete. mil pesos de oro de Chafalonia (93) en nombre de toda la gente, los cuales se dieron á los fatores de los Belzares para en cuenta y parte de pago de lo que se debe en nombre de república.

Antes quel dicho Gobernador partiese para Santo Domingo, envió sesenta hombres de pie y de caballo con mu chos mantenimientos á costa de los Belzares, á socorrer el pueblo que dejaba en Maracaibo, porque dejó la gente muy desnuda y nescesitada, y con esta gente envió por teniente á un Luis González de Leiva, el cual en esta ida hizo algunos esclavos y envió dos navíos cargados, los cuales se perdieron, eceto uno que aportó en la isla de Cuba, de que se hizo algund dinero, y con todo ello se acudió al fator de los Belzares: estos esclavos se dice que hizo el dicho teniente Luis

González, sobre haber fecho los requerimientos contenidos en un capítulo de la capitulación que con Enrique Inguer y Girónimo Sayler se hizo.

Vuelto el dicho Ambrosio de Santo Domingo, partió para el dicho pueblo de Maracaibo, y dejando aquel pueblo á recaudo, con ciento sesenta hombres de pie y de caballo fué en al descubrimiento de los Pacabuyes y Río Grande de Santa Marta, que es la mejor tierra que se ha descubierto en esta gobernación, con el primer oro que allí hobo, que fueron, segund dicen, hasta treinta mil pesos, parte dello fino, y parte de Chafalonia: con todo ello envió al capitán Basconia con veinte y cinco hombres escogidos de pie, derigidos al fator de los Belzares para que aquella moneda emplease en vestidos y provisiones: este capitán Basconia con toda la gente se perdió, y el oro con ellos; escapó sólo un cristiano, que acaso se halló á cabo de tiempos entre los indios haciendo vida de indio, el cual dió relación del desastre: andando más adelante, descubriendo la tierra se hobieron cuarenta mil pesos de oro de Chafalonia, y de allí empezó á dar la vuelta hacia Coro: en este tiempo, subiendo por el dicho Río Grande de Santa Marta arriba, le llevó las provisiones de la gobernación, y la cesión y traspaso que Enrique Inguer y Girónimo Sayler hicieron á Bartolomé y Antonio Belzares, y prosiguiendo su camino para Coro, en los confines del Nuevo Reino, en el valle que se dice de Ambrosio, en una pelea que hobo con los indios fué herido en la garganta de una frecha, de que murió como muy buen cristiano, ordenada su ánima y sus cosas: murió muy pobre y bien quisto de la gente: era de gentil dispusición y rostro, muy españolado, templado en su comer y beber: á su principio se dice que fué riguroso con la gente, y algunos ministros de justicia que tuvo causaron que se afrontaron muchos españoles: y muerto el dicho Ambrosio, la gente eligió por capitán general y justicia mayor el fator Pedro de San Martín, aunque con alguna discordia, y ansí llegaron á Coro y repartieron el dicho oro entre sí, dejada cierta parte para pagar á los Belzares lo que se debía de re

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