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ciudadanos beneméritos por sus esfuerzos en favor de los adelantamientos de la industria a don Manuel de Salas i al reverendo padre frai José Javier Guzmán, a quien, entre otros beneficios, era deudor el país de la introducción del álamo; i todos fueron igualmente aclamados».

Don Antonio García Reyes fue nombrado secretario jeneral; i don Andres Bello, director de la sección de policía rural i lejislación agrícola.

La sociedad publicó una revista o periódico bimestral titulado El Agricultor, dirijido en su orijen por el secretario don Antonio García Reyes.

En el primer número, que salió en octubre de 1838, se decía: «Creemos que nuestros lectores se complacerán en saber que la labranza del gusano de seda empieza a estenderse en Chile gracias al infatigable celo por el bien público de nuestro ilustre socio protector el señor don Manuel de Salas».

En el número 5, correspondiente al mes de junio, después de haber anunciado que don Manuel de Salas había donado a la sociedad varias obras de mano, que eran las primeras que se habían hecho con seda del país, el secretario don Antonio García Reyes agregaba:

«El obsequio del socio protector don Manuel de Salas merece una atención especial por la circunstancia interesante que lo recomienda. Nos proponemos con este motivo dedicar un artículo en el número próximo de El Agricultor al cultivo de la seda; pero no podemos escusarnos de tributar en el

presente a aquel benemérito patriota el reconocimiento a que lo hacen acreedor sus constantes es fuerzos por introducir en el país este ramo precioso de riqueza, por cuyos primeros frutos le felici

tamos».

Efectivamente, apareció en el número 6 un artículo títulado Gusano de seda, en el cual, entre otras cosas, se decía:

«No desconocemos que ofrece varios inconvenientes la introducción de nuevos ramos de cultivo, porque siempre toda empresa nueva es arriesgada; pero, si adoptáramos por regla este cobarde modo de discurrir, la industria nacional jamás adelantaría un paso. Si la novedad tiene peligros, también proporciona inmensas utilidades; i seguramente que las que promete el cultivo de la seda merecen que se haga alguna tentativa. Sería de desear que los hacendados ricos, a quienes poco importa destinar a este objeto una corta porción de tierra, tratasen de promover entre sus inquilinos el gusto por esta clase de trabajo, haciéndoles comprender prácticamente sus ventajas i estimulándolos con recompensas i favores. Facilitar los medios de principiar el cultivo, alentarlos con la asistencia personal a sus labores i comprarles el producto de sus tareas, nos parecen medios eficaces para conseguir aquel objeto. Este empeño sería quizá penoso en los principios; pero ¡cuán preciosos serían sus resultados! ¡Cuánto mejoraría su condición infeliz a los habitantes del campo! ¡I qué de ventajas no lograrían

con ello los que ahora se ven obligados a servirse de jentes a quienes la miseria i la desnudez con

sumen!

«Es digno de imitarse a este respecto el celo infatigable de nuestro socio protector don Manuel de Salas, que, después de constantes esfuerzos, ha logrado introducir i estender algún tanto la cría del gusano de seda. Él se complace ya en el fruto de sus desvelos, i nosotros le damos por ello la enhorabuena, i le tributamos, como interesados altamente en la prosperidad de la patria, nuestro cordial agradecimiento».

XVII

Como se ha visto en los capítulos anteriores, don Manuel de Salas, desde que salió del presidio de Juan Fernández, tornó otra vez a sus perseverantes trabajos por la difusión de las luces, el bienestar del pueblo, la prosperidad de la nación.

No existe establecimiento benéfico de esa época, desde la escuela hasta el colejio, desde la casa de espósitos hasta el cementerio, en cuyo fomento o creación no haya intervenido.

Aunque rehusó con firmeza toda participación directa e inmediata en el gobierno, no ocultó ni regateó por eso sus ideas, sus advertencias, sus informes, su esperiencia.

El partido liberal le consultaba a menudo.

El jeneral don Manuel Blanco Encalada, durante su corta presidencia, le nombró consejero de estado, según resulta del oficio que paso a copiar:

«Su Excelencia el Presidente de la República se ha servido espedir con fecha de ayer el decreto siguiente:

-«Deseando no omitir ningún medio de aquellos que sean capaces de proporcionar al gobierno el mejor acierto en sus deliberaciones, i persuadido también de que nada puede contribuír mas eficazmente a este digno objeto, como la formación de un consejo consultivo compuesto de aquellos suje. tos cuyas virtudes i luces pueden esclarecer la marcha del ejecutivo sobre los objetos de sus atribuciones, ha venido en decretar lo siguiente:

-«Habrá un consejo consultivo compuesto del vicepresidente de la República don Agustín de Eizaguirre, de los ministros del gobierno, del vicario capitular don José Ignacio Cienfuegos, del presidente de la suprema corte de justicia don Juan de Dios Vial del Río, del gobernador intendente, del comandante jeneral de armas don José Manuel Borgoño, i de los ciudadanos don Juan Egaña, don Manuel de Salas, don Manuel Huici, don Pedro Nolasco Mena i don Francisco García Huidobro.

2

-«Tendrá sus sesiones ordinarias los viernes de cada semana por la noche en la misma sala del gobierno, i se reunirá además todas las veces que éste lo tuviere por conveniente.

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