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4.

» Inclinar á los franceses, si arman en Tolon, á que pasen á Cadiz todos sus navios, para que reunidos á los nuestros formen una armada superior á la de los enemigos.

5.. »

Proponer tambien á los franceses que arrimen tropas á Brest y á los puertos del Canal ó Mancha para dar aprehension à la Inglaterra y aprovechar de cualquier descuido que tenga, si llega á creer que no es mas que amenaza, desampara sus costas o disminuye allí sus fuerzas marítimas.

6.. » Procurar que los franceses armen cuanto puedan en Brest, y concertar el punta de union de sus navíos con los nuestros, para que unos y otros no sean atacados de fuerzas superiores antes de estar unidos.

7.. » Pensar en acabar presto la guerra con un golpe de mano y un desembarco pronto en Inglaterra, teniendo presente el plan que se concertó en la guerra pasada y no tuvo efecto por las timideces ó por la politica mal entendida del conde de Maurepas.

8.. » Para mover á los franceses convendrá pasar oficios fuertes al rey cristianísimo á fin de que diga lo que podrá hacer y lo efectúe por medio de preparativos y disposiciones activas; y que en su defecto no lleve á mal que la España busque otros aliados que se hallen en estado de concurrir á su socorro y satisfaccion, sin esceptuar potencia alguna. Por este medio si el rey de Francia oye á la asamblea se sabrá lo que hay que esperar de aquella nacion y habremos de tomar otro partido, si vemos que es enteramente nula.

9. » Poner en la isla de Cuba las tropas que se puedan en parages de la costa del Sur proporcionados á hacer temer en la Jamaica alguna espedicion; y ver donde podria por aquella parte colocarse alguna escuadra que la sostuviese con barcos de trasporte.

10. » Renovar avisos à la América y especialmente à Puerto-Rico, Trinidad y bahía de Honduras, y donde pueden convenir algunas fragatas, que impidan los insultos que quieran hacer los ingleses de Jamaica, cubriendo la entrada del rio San Juan y el puerto de Omoa.

11. » En Filipinas sou mas necesarios las avisos por estar en distancia que es mas dificil el remedio: У así se darán repetidos por Nueva España y por el cabo de Nueva Esperanza teniendo estos prontos en Montevideo.

12.

» Atraer la Rusia, como ya se ha empezado á hacer, y la Dinamarca; poner en desconfianza á la Suecia de los ingleses, y procurar en Holanda que los patriotas sacudan el yugo inglés y su alianza. Aun con el rey de Prusia puede trabajarse por lo que empieza a descontentarse de la Inglaterra.

13.. » Asegurar al rey de Marruecos, por todos medios y gastos, como se ha empezado á practicar, para que no nos distraiga, y hacer lo mismo con las regencias.

14. » A la corte de Lisboa se instruirá de nuestra razon, exigiendo solo la misma correspondencia que en la guerra pasada.

15. » Conviene en Canarias y Menorca tener mas vigilancia que en otras partes, por causa de los insultos que se intenten.

» En fin, nos debemos proponer hacer una guerra ofensiva y examinar los medios que haya para lograrlo con algun suceso; pues la defensiva es imposible por los muchos distantes puntos que tenemos que guardar.

» Por lo que toca al mar del Sur, está acordado ya enviar los navios y fragatas que parecen necesarios. »

Mientras así se aprestaban á la pelea los dos gobiernos, el portugués interpuso sus buenos oficios para suspender los armamentos y que se transigiese amistosamente la cuestion. El gabinete británico envió á Madrid para seguir la negociacion al lord Alleyne Fitz-Herbert, el mismo que con el conde de Aranda habia entendido en la del tratado de 1783. Desde mitad de junio empezaron las discusiones entre el nuevo plenipotenciario y el conde de Florida Blanca. Proponia aquel que ante todas cosas se sujetase el gobierno español á la restitucion de los buques apresados, si alguno lo estuviese todavia, á la indemnizacion de cualquier daño que del tal apresamiento se les hubiere seguido y diese finalmente una declaracion que hiciese veces de satisfaccion por el ultrage hecho al pabellon británico. El ministro español, aunque hubiera querido que previamente se ventilase el punto del dominio territorial de Nootka, porque su resultado era el que con seguridad debia calificar lo justo ó ilegítimo del acto del comandante Martinez, propuso sin embargo que este asunto se sometiese al fallo arbitral de uno de los reyes de Eu

ropa. Negóse á ello el ministro inglés ; y por fin despues de varias contestaciones, dirigidas todas á pedir el uno satisfaccion y resarcimiento de daños, y el otro que se entrase en el exámen del derecho ó dominio territorial, viendo que colocada en este terreno la cuestion se haria interminable, tomaron un temperamento medio; esto es, hacer una declaracion y contra declaracion en que se subsanase la ofensa que pudiera haber habido, pero sin que por ella se prejuzgase el punto de propiedad. Son como siguen aquellos documentos:

Declaracion. · Habiéndose quejado su Majestad británica de la captura de ciertos barcos, pertenecientes á sus súbditos, hecha en la bahía de Nootka, situada en la costa noroeste de la América, por un oficial al servicio de su Majestad católica; el infrascrito primer secretario de estado y consejero de su Majestad, debidamente autorizado al efecto, declara en nombre y de órden de su dicha Majestad, que su Majestad se halla dispuesto a dar satisfaccion á su Majestad británica por la injuria de que se queja, en la seguridad de que su dicha Majestad británica se conduciria del mismo modo en iguales circunstancias con su Majestad católica, y ademas se obliga su Majestad á restituir enteramente todos los buques británicos que fueron en Nootka; y á indemnizar á los interesados en ellos de las pérdidas que hubieren sufrido, tan luego como pueda estimarse el valor de ellas: bien entendido que esta declaracion no escluirá ni traerá perjuicio á la discusion ulterior de los derechos que alegue su Majestad para formar esclusivamente un establecimiento en el puerto de Nootka.

En fé de lo cual firmo esta declaracion y la pongo el sello de mis armas. Madrid 24 de julio de 1790. - El conde de Florida Blanca.

Contra declaracion. ·

Habiendo declarado su Majestad catòlica que estaba dispuesto a dar satisfaccion por la injuria hecha al rey en la captura de ciertos barcos, pertenecientes à sus súbditos, en la bahía de Nootka ; y habiendo firmado el señor conde de Florida Blanca en nombre y de órden de su Majestad católica una declaracion para ello; en virtud de la cual se obliga tambien su dicha Majestad á restituir enteramente los barcos apresados, y á endemnizar á los interesados en ellos de las pérdidas que hubieren sufrido, el infrascrito embajador estraordinario y plenipotenciario de su Majestad cerca del rey católico, espresa y debidamente autorizado para ello, acepta dicha declaracion en nombre del rey y declara, que su Majestad considerará esta declaracion con el cumplimiento de las obligaciones que encierra, como una plena y entera satisfaccion de la injuria de que su Majestad se ha quejado.

El infrascrito declara al mismo tiempo, que debe tenerse entendido que ni la declaracion firmada por el señor conde de Florida Blanca, ni la aceptacion que acaba de dar el infrascrito en nombre del rey, no escluye ni menoscaba parte alguna de los derechos que pudiere alegar su Majestad á cualquiera establecimiento que sus subditos hubieren formado ó formaren en lo sucesivo en dicha bahía de Nootka. En fé de lo cual he firmado esta contra declaracion y la he puesto el sello de mis armas. En Madrid á 24 de julio de 1790. - Alleyne Fitz-Herbert.

Remitido á Londres este acuerdo, el gabinete británico se negó á darle la ratificacion y antes bien hizo nuevos preparativos y amagos de guerra. La corte de Madrid, aunque à su pesar se viỏ en la necesidad de obrar del mismo modo. Entonces fue cuando pidió á Luis XVI los socorros estipulados en el pacto de familia. Este principe mandò desde luego que se armasen catorce navios de línea; pero temiendo despues las consecuencias de esta medida, si en ella no intervenia la asamblea nacional, sometió á su decision la demanda de la corte de Madrid. Discutióse en sentidos varios por los representantes de la Francia, entre los cuales el mayor número se inclinaba á no reconocer las obligaciones que emanaban de aquel tratado. Pero el voto del conde de Mirabeau, individuo de la comision diplomática, cuyo odio á la Inglaterra y rivalidad personal con respecto al ministro Pitt le llevó ahora á sostener que debian prestarse al gobierno español los socorros que reclamaba, triunfó en la asamblea; y ésta dió el 26 de agosto de 1790 el siguiente decreto:

» La asamblea nacional, deliberando acerca de la proposicion formal del rey que se contiene en la carta de su ministro fecha en 1. de agosto decreta:

» Que se pida al rey que haga conocer á su Majestad católica que la nacion francesa tomando todas las medidas propias al mantenimiento de la paz, observará las estipulaciones defensivas y comerciales que el gobierno contrató anteriormente con la España.

» Decreta tambien que se pida al rey se entable inmediatamente una negociacion con los ministros

de su Majestad católica á efecto de estrechar y perpetuar por medio de un tratado lazos útiles á las dos naciones y fijar con precision y claridad cualquiera tratado que no sea enteramente conforme à las miras de una paz general, y á los principios de justicia en que se fundará desde hoy la política de los franceses.

» Por lo demas, tomando en consideracion la asamblea nacional los armamentos de varias naciones de Europa, su progresivo aumento, la seguridad de las colonias francesas y del comercio nacional, decreta que se pida al rey de sus órdenes para que las escuadras francesas en comision se aumenten á cuarenta y cinco navíos de línea con un número proporcionado de fragatas y otros buques.»>

Aunque por este decreto se autorizaba al rey para un armamento, cuyo objeto verdadero era socorrer á España con las fuerzas navales que designa, la penuria del tesoro y los términos indirectos de la concesion hicieron ver al gobierno de Madrid que la alianza de la casa de Borbon se habia disuelto y que sería en vano esperar de allí ningun auxilio. Florida Blanca escuchó pues gustoso una segunda proposicion de la reina de Portugal para que continuase la negociacion sobre distintas bases. Fitz-Herbert presentó un nuevo proyecto de convenio, que se discutió detenidamente. Acordes se hallaban ya ambos plenipotenciarios; pero en España se miraba como indecorosa toda avenencia con la Inglaterra, acalorados como se hallaban los ánimos y herido el pundonor nacional de la arrogancia y tono de superioridad que habia mostrado aquel gabinete en la cuestion actual. Así es que no atreviéndose Florida Blanca á reasumir toda la responsabilidad del convenio acordado, antes de ponerle su firma le sometió al exámen de una numerosa junta de los primeros funcionarios; y para que su dictámen fuese seguro acompañó al convenio un papel en que trazaba ligeramente el estado de España en sus relaciones esteriores y medios propios. No era ciertamente muy lisonjero el cuadro ; quizá de intento le habia recargado el ministro para conseguir un voto favorable de la junta. Hé aquí el contenido de este documento.

»Antes de examinar los artículos de convencion que nos propone la Inglaterra en el papel simple que acompaña para impedir un rompimiento, conviene tener presente un breve resumen del estado en que la España se halla con las cortes principales de Europa, y el que ella tiene dentro de si misma en sus diferentes ramos de guerra, marina, hacienda, economía y policía interna.

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Respectivamente á la Francia, acaba esta de declarar en su asamblea nacional, que observará los empeños defensivos y comerciales con la España tomando todas las medidas propias para mantener la paz.

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Consiguiente á esta declaracion ha acordado la asamblea proponer al rey cristianísimo se armen hasta cuarenta y cinco navíos de línea con el competente número de fragatas y buques menores; pero sin decir que es para auxiliar á la España, sino en consideracion á los armamentos que se hacen y aumentan por diferentes naciones de Europa, y á la seguridad de sus colonias y comercio.

» Esta reserva y aquella especie de condiciou que contiene la declaracion de mantener los empeños defensivos y comerciales con la España, ofrece algunos motivos para reflexionar con pausa la declaracion de la asamblea. Digo especie de condicion, porque parece que la resolucion de mantener los tratados defensivos se hace depender de que antes se tomen todas las medidas propias para conservar la paz. Si el calificar estas medidas queda reservado á la asamblea, siendo compuesta de tantos miembros y ideas tan estraordinarias, no hay que esperar que les acomode lo que la España piense y practique para conservar la paz; y por consecuencia tampoco se debe esperar mucho de sus auxilios.

»Se prescinde por ahora de que la asamblea quiera limitar la observancia de los tratados á lo defensivo y comercial, que es lo que puede tener cuenta á la Francia. Los casos de la alianza defensiva admiten tantas interpretaciones y cabilaciones que facilmente la podrán eludir los miembros revoltosos de la asamblea, diciendo que no ha llegado el casus fœderis y que la España tiene la culpa, ó en los motivos de la agresion que se le haga ỏ en no admitir todos los medios de conciliacion que haya propuesto la Inglaterra, sean perjudiciales ó indecorosos.

Despues de esto quiere la asamblea que se negocie un tratado nacional con la España con el objeto sin duda de modificar o esplicar los antiguos; y esto es lo mismo que pretender formar un nuevo sistema de union con nosotros, en cuyas estipulaciones entre el cuerpo de la nacion francesa que se cree representado por la misma asamblea. Puede haber muchas dificultades y peligros en reconocer la legitimidad y autoridades de aquel cuerpo usurpador de la soberania; y tambien pueden no ser útiles, como

no lo serán á la España las ideas de ensanchar en ella sus ventajas el comercio francés por medio de la negociacion para los nuevos tratados.

» A estos embarazos y justos recelos se sigue la poca probabilidad que hay de que los armamentos de la Francia sean efectivos y útiles à la España, aunque la asamblea quiera auxiliarnos de veras. La falta de fondos y dinero para los gastos por los desórdenes de aquel reino; la inobediencia notoria de sus tropas de mar y tierra á sus gefes, y el riesgo de que sus máximas y resabios de insubordinacion puedan contaminar á nuestros soldados en cualquiera union ó proyecto combinado, impedirán por muchos tiempos la ejecucion y uso útil de cualquier armamento.

» Así, pues, solo en caso de ser atacada la misma Francia por los ingleses, puede haber una prudente esperanza de que aquella nacion haga y reuna sinceramente sus esfuerzos para defenderse ; y en tal caso buen cuidado tendria ella de buscarnos, aunque podria entonces convenirnos responderla con tantas modificaciones y reservas como las de que ahora se vale la asamblea para respondernos.

» Visto el estado de la Francia para con la España, corresponde recorrer y registrar el que esta tiene con las demas potencias ; lo que conviene hacer empezando por las maritimas.

» La Holanda es aliada de la Inglaterra, y aunque la puede perjudicar mucho en sus intereses y comercio el mezclarse en un rompimiento con la España; el partido dominante stadouderiano de aquella república es todo inglés ; y así á pesar de los manejos de los patriotas y aun de los imparciales para no tomar parte en la guerra y de lo que se les ha cultivado á este fin por nuestra corte, prevalecerá la opinion de auxiliar á los ingleses, aunque será con la pereza y flojedad que lo hacen tales gobiernos populares y mercantiles.

» La Rusia embarazada en su guerra actual, amenazada por el rey de Prusia y por la Inglaterra, y falta de recursos y de dinero, se verá precisada á ceder y acomodarse con la Suecia y los turcos. Si la España tuviera un gran tesoro para dar á los rusos, y se allanase á romper con la Inglaterra, impidiendo que esta enviase escuadras al Báltico, no hay duda que Catalina II entraria en una alianza con nosotros; pero ni tenemos aquel tesoro, ni debemos emprender una guerra contra ingleses, solo por favorecer á la Rusia.

» Para el caso en que no pudiésemos honestamente evitar la guerra, y que fuésemos atacados, sería muy útil estar prevenidos con alguna alianza ó convencion de socorrernos recíprocamente españoles y rusos. A este fin se han dado con mucha anticipacion algunos pasos por nuestra parte en la corte de Rusia; pero con tal tiento que no aceleremos el mal, eu vez de evitarle, pues advertidos los ingleses de nuestra negociacion, de que ya estan recelosos, 3 la destruirian ó se apresurarian á hacernos la guerra antes que asegurásemos formalmente la alianza. En fin esta es muy incierta, y solo sería probable para despues de la guerra que es cuando menos la necesitariamos.

» El rey de Suecia tal vez entraria en una alianza; pero, segun hemos tanteado, querria subsidios anuales de dinero, como se los daba antes la Francia, y para sacarnos mas haria el juego doble de pedirlos mayores á la Inglaterra y Prusia, y aun diria que se los ofrecian; no teniendo en el dia confianza de este príncipe, que por su crítica situacion necesita comunicarlo todo á ingleses y prusianos.

» La Dinamarca entraria tambien en ser nuestra aliada, si entraba la Rusia; pero tambien querria subsidios en dinero, segun lo que hemos podido descubrir.

» Con la corte de Lisboa solo se puede contar para una neutralidad exacta y amigable en que nos favorecerá cuanto pueda, y lo mismo se puede decir con las de Nápoles y Turin ; y esto es lo mas que conviene exigir de estas cortes, pues su alianza nos traeria la carga de defenderlas, no pudiendo hacerlo ellas por sí solas, especialmente la de Lisboa que tiene dominios tan distantes y desamparados.

» Los Estados-Unidos de América podrian ser nuestros aliados útiles que incomodarian al comercio y navegacion inglesa, y podrian turbar la pesca de Terranova, y las posesiones del Canadá y nueva Escocia pertenecientes à la Gran Bretaña. Los hemos sondeado, y no ponen mala cára, pero querran la navegacion del Misisipi, que les abra la puerta al seno Mejicano y su contrabando, y tal vez pedirán la observancia de los límites que capitularon injustamente con la Inglaterra por lo tocante á la Florida, usurpándonos gran parte de esta.

» La corte de Viena no está para nuevos empeños de guerra y alianzas, y cualquiera lo conoce á

vista de la ley que acaba de recibir de la Prusia y la Inglaterra, sin que quede otra potencia de importancia á quien acudir para nuestra union.

» El rey de Prusia uos ha guardado y guarda una gran consideracion dándonos cuenta de todos sus pasos aunque con algunas reservas y modificaciones; pero no pudiendo ser nuestro aliado útil, siéndolo de la Inglaterra, solo podria servirnos de mediador ó de árbitro, lo cual lisongearia su vanidad, aunque disgustaria á las cortes de Viena y Rusia. La Inglaterra misma ha contado con nosotros para comunicarnos sus ideas de tres años á esta parte sobre la guerra de Levante, pidiendo consejo sobre ella y sobre el modo de contener à ias córtes imperiales, pero en la hora que afianzó su alianza con la Holanda y con la Prusia y que vió alborotada la Francia, y debilitada empezó á recatarse y á obrar sin confianza con nosotros. Se lisongeó de separarnos de la Francia cuando esta era ó se creia poderosa, pero cuando la ha visto arruinada no cuida mucho la Inglaterra de cultivarnos.

» Con la Puerta Otomana estamos medianamente, pero de allí solo hay que esperar que no nos venga daño; y lo mismo digo de la regencia de Arjel y la de Trípoli; pero no nos podemos fiar de los tunecinos, con quienes solo tenemos tregua hasta ahora; y mucho menos del rey de marruecos, que, como todos saben, nos amenaza cou el sitio de Ceuta, y esta es una diversion á que sin duda le mueven los ingleses.

» Siendo esta nuestra situacion con las principales potencias de Europa y con las regencias de África, debe tambien reflexionarse el estado de nuestro ejército y marina, y el de nuestra hacienda real, sin olvidar el de nuestra economía y gobierno interno.

» El ejército padece una gran diminucion, pero podria reemplazarse para lo que podamos necesitar en una guerra marítima y de espediciones, sean dentro ó fuera de la Península, como tambien para no bloqueo indispensable de Gibraltar, que nos haga dueños del estrecho, y cause esta diversion á la marina inglesa para socorrerle, desviándola de otras empresas distantes en nuestras Indias, que no podemos enteramente defender.

» En la marina tenemos bastantes buques, pero debe pensarse en su reemplazo en caso de desgra cias y en el de sus aparejos, segun el estado de nuestros almacenes, á que se agrega el aumento de las tripulaciones y necesidad que habrá, para completarlas, de valerse de la tropa, como en la guerra

anterior.

La real hacienda apenas puede con los gastos del tiempo de paz; y así para el de guerra en que bajan las entradas y suben los gastos es preciso recurrir al crédito: es de temer que no lo tenemos para hallar caudales dentro ni fuera de España; pero sobre esto dará luces el señor ministro á quien per

tenece.

» Finalmente, en la economía y policía interior, ademas de otras causas, las malas cosechas de muchos años, las epidemias y la debilidad de las justicias para contener los, desórdenes han encarecido todas las cosas necesarias á la vida, aumentando los ociosos y los delincuentes y atrasando los recur sos del comercio y de la industria; de modo que es dificil ó imposible inventar nuevas cargas á los contribuyentes para la guerra sin aniquilar los pueblos y excitar clamores peligrosos en sí mismos y mucho mas con el mal ejemplo de la Francia y otras potencias.

» Con estas reflexiones preliminares se ha de entrar á reconocer el plan de convencion que nos da la Inglaterra, y á estender el dictámen que cada uno debe formar sobre todos sus articulos, y sobre las demas ideas que convenga excitar. Para ello se debe tener presente no solo el perjuicio que pueda causar á nuestros derechos en las dos Américas, y á nuestro comercio, navegacion y quietud interna de sus provincias cualquier establecimiento estrangero, sino el ejemplo que se dé á otras naciones y el incentivo á la inglesa para aumentar sus pretensiones y exigir otras condescendencias si nos ven fáciles en las primeras."

No dejó de sufrir contradiccion en la junta el proyecto de convenio, pero al fin hubo de ceder ante los males de una guerra inevitable, en la cual no podia entrar España con todas aquellas fuerzas que pudieran darla probabilidad de triunfo. Miróse, pues, como una necesidad esta transaccion por mas fuese nociva á los intereses españoles y se creyesen menguados los derechos de la corona, tolerando el comercio inglés en el norte de la América y permitiendo la pesca en el mar del Sud.

que

Firmose pues el 28 de octubre la presente convencion, y para llevar á ejecucion los artículos 1.o

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