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I

Apenas arribó de Juan Fernández a Valparaíso, don Manuel de Salas se trasladó a Santiago, donde encontró su hogar, su familia, la libertad, que, aunque tarde, como al pastor de la primera égloga de Virjilio, le miró siquiera en la vejcz.

Encontró también a la pobreza repantigada en su domicilio.

El ilustre filántropo había recibido como herencia paterna el fundo denominado El Salto, que los españoles habían secuestrado.

El predio fue restituído, pero arrasado.

Los utensilios, los semovientes, los muebles, todo, escepto la tierra i el agua, había desaparecido. La penuria del dueño llegó a tal estremo, que se vio apurado para cubrir los gastos de su modesta subsistencia.

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El 15 de abril de 1817, don Bernardo O'Hig-. gins puso en conocimiento de la capital que las

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necesidades del servicio público le obligaban a par

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para la provincia de Concepción, debiendo reemplazarle en el gobierno durante su ausencia el coronel arjentino don Hilarión de la Quintana.

Uno de los primeros cuidados del director sostituto fue promulgar el siguiente bando:

«Después del recomendable mérito que han contraído aquellos individuos que abandonaron su país por odio a los tiranos, i por no ser testigos de la humillación de sus compatriotas, sería injusto que el gobierno mirase con indiferencia la dilapidación, saqueo i distribución que se han hecho de sus bienes durante la inmigración. Así estos individuos, como los confinados a la isla de Juan Fernández, tienen un derecho preferente a ser atendidos en la recuperación de cuanto poseían antes de abandonar el país. Por tanto, ordeno que todo poseedor de bienes de emigrados por los tiranos, sea cual fuere el medio de adquisición, los denuncie al ministro de estado por nómina circunstanciada i firmada, dentro de veinte i cuatro horas, contadas desde esta publicación, bajo la pena del duplo i las que el gobierno se reserva contra los infractores, premiándose proporcionalmente a costa de éste al denunciante. Publíquese en la Gaceta.

«QUINTANA.

«Zañartu, ministro de estado».

Conminación inútil.

Los hombres de rapiña, como los buítres, devoran, pero no devuelven.

En el acta de la sesión 21 del senado conservador, correspondiente al 1.o de diciembre de 1818, se da cuenta de una representación hecha por don Manuel de Salas, en la cual pedía que, en atención a las erogaciones i contribuciones con que se le había gravado hasta entonces, se fijase la cuota a que se había de sujetar para subvenir a las necesidades del erario, acompañando los documentos que comprobaban el monto de sus esquilmados bienes.

La metrópoli había monopolizado o estancado diversas especies, i aún ramos enteros: el comercio, los naipes, el tabaco, la libertad, la conciencia.

En 10 de enero de 1796, don Manuel de Salas dirijió al gobierno peninsular una estensa representación sobre el atraso de la agricultura, minería, industria i comercio en Chile, i sobre los arbitrios que podían tocarse para mejorar estos manantiales de nuestra riqueza.

Dicha memoria puede leerse impresa en los números 4315 i siguientes del Mercurio de Valparaíso.

Entre los nuevos cultivos que el autor proponía, se encontraba la siembra de tabaco.

Posteriormente, el secretario del primer congreso nacional don Manuel de Salas consignaba, en el acta correspondiente a la sesión celebrada el

1.o de octubre de 1811, el trozo que copio en seguida.

«Se leyó la memoria sobre siembra de tabacos i medios para ocurrir a la escasez que amenaza de esta especie, que presentó el director de esta renta, por orden del congreso; i se acordó pasarla a la junta de gobierno, para que, con arreglo a ella, i con las precauciones que contiene, dé las órdenes conducentes para que, en este año i el venidero, se permita el cultivo de esta planta, para que así se logre prevenir, en el modo que alcance, la falta que se recela, i se adquiera con la esperiencia el conocimiento necesario para decidir su continuación. Igualmente se le prevendrá que, si llega el caso de ser necesario ocurrir a los arbitrios que propone para abastecer de pronto al consumo del público, usará de ellos, tomando las providencias que convengan para el mejor éxito».

El iniciador de esta medida en 1796 fue su promotor en el congreso de 1811.

El 3 de octubre, la junta gubernativa promulgó un bando por el cual se permitía sembrar tabaco en nuestro suelo durante dos años, bien que con ciertas restricciones.

A pesar de estar mui avanzada la estación oportuna para hacerlo, algunos hacendados aprovecharon la licencia.

El número 16 de la Aurora de Chile, fecha 28 de mayo de 1812, publicó un artículo que contiene datos curiosos sobre esta materia.

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