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«El teniente coronel O'Leary será el dador de esta carta; i lleva encargo especial de decir a Usted cuanto hai digno de su noticia. Este oficial es edecán del Libertador, joven de honor, de educación i amigo mío. Le recomiendo a la bondad de Usted; i le suplico se interese en el buen éxito de su comisión, como si fuera yo mismo.

«De cualquiera cosa que haga Usted por el señor O'Leary será el reconocido su afectísimo apasionado amigo i deseoso servidor, que besa su

mano.

«Joaquín Mosquera».

El título de encargado de negocios de Colombia puso en comunicación a don Manuel de Salas con don Gregorio Funes, a quien se había dado la misma representación respecto al gobierno de las Provincias Arjentinas.

Voi a copiar dos cartas que el autor del Ensayo de la historia civil del Paraguai, Buenos Aires i Tucumán dirijió a nuestro distinguido repúblico:

«Señor don Manuel de Salas.

«Buenos Aires, 16 de enero de 1824.

«Mui señor mío,

«Desde la carta en que recibí la correspondencia del señor plenipotenciario Mosquera, i en la que se me hablaba de Usía, quedé en la duda de si era el

mismo que en nuestra juventud tuve el honor de tratar en la corte de Madrid. Si es así, no crea Usía que en este olvido tiene parte mi voluntad. El tiempo, que pudo borrar de mi memoria los nombres, jamás ha tenido influjo para debilitar el ventajoso concepto que formé de su mérito, ni menos la inclinación que supo ganarme. Si, por el contrario, no es el mismo, me sería mui lisonjero que el curso de los acasos me haya abierto el camino para ofrecerle mi inclinación i ganar un nuevo amigo, siempre que Usía la halle digna de su

persona.

«Supongo a Usía tan enterado, como yo mismo, en la prosperidad de las armas peruanas desde que Colombia ha estrechado sus relaciones con Lima, i ha puesto al Libertador en el noble empeño de que triúnfen. Bajo este concepto, creo que no puede haberle sido a Usía indiferente el regreso a Chile de las tropas que destacó en su auxilio, según corre mui de cierto por estas partes. Es un objeto mui de mi atención saber la verdadera causa de este raro suceso; i quisiera que Usía tuviese la bondad de descubrírmela.

«Se ha dicho que el gobierno de Chile ha tomado esta resolución por no intervenir en las disensiones de Rivagüero con el congreso de Lima. Yo, a la verdad, no encuentro proporción entre un motivo tan leve i una resolución de tanta consecuencia. A mas de que por un propio que hicieron los ingleses, i llegó aquí en estos días, se nos instruye

que las tropas de Rivagüero lo entregaron al Libertador, quedando sofocada la discordia. A esta noticia le doi mas crédito, que a la que nos da el periódico de Mendoza con fecha 28 de diciembre, diciéndonos que por esta misma discordia, Lima se hallaba en una completa anarquía.

«Ignoro cuál sea el período que guardan los correos marítimos de Chile a Lima; i como esto conduce al arreglo de mi correspondencia, estimaré que Usía me lo indique.

«Tengo el honor de ser su mas atento servidor, que su mano besa.

«Doctor Gregorio Funes».

«Señor don Manuel de Salas.

«Buenos Aires, 16 de marzo de 1825.

«Estimado amigo i señor,

<He recibido el pliego cuya dirección encomendó a Usted el señor don Cristóbal de Armero, ajente de negocios de Colombia. Por este mismo correo, contesto a dicho pliego con el rótulo a dicho Armero. No lo he puesto bajo del suyo por no cargarle este porte.

«Hubiera deseado que me dijese Usted si ha tenido carta de nuestro común amigo el señor Mosquera. No acabo de concebir la causa de un silencio tan prolongado, pues en mas de un año no he tenido carta suya, a pesar de las muchas que le he escrito.

i

«Deseo mucho que se verifique la notícia de que el Libertador pasa al Cuzco. Yo lo quisiera aún mas inmediato, pues que su presencia atajaría muchos desórdenes.

«Por las últimas noticias del Perú, sabemos que Cochabamba en combinación con Potosí se insurreccionó contra las tropas de Olañeta, i prendió a sus jefes; que Lanza estaba en acción contra varios enemigos; que Olañeta juntaba las suyas en Oruro; que Sucre con ocho mil hombres iba contra él. Ya supongo evacuado de enemigos a todo el Perú. «Di sus espresiones a los señores Saavedra, Azcuénaga i Lavalle, quienes las devuelven mui finas. «Reciba Usted todas las consideraciones de mi afecto, i no deje de mandar a su mejor amigo.

«Doctor Gregorio Funes».

Don Manuel de Salas contrajo en Santiago estrecha amistad con don Daniel Florencio O'Leary, que le había sido recomendado por don Joaquín Mosquera.

Léase la carta que dirijió a éste dos años después de haberle estrechado la mano por la primera vez: «Señor don Daniel Florencio O'Leary.

«Santiago de Chile, 8 de diciembre de 1825.

«Mi querido i mui apreciable amigo,

«La deseada carta de Usted escrita en la Paz el 2 de setiembre llegó a mis manos el 5 de noviem

bre por la casualidad de hallarse en Valparaíso Mr. Reynolds, que la recojió i remitió oficiosamente. Desde el momento, pensé en contestarla aprovechando la oportunidad del viaje del señor don Luís López Méndez, que, habiéndose demorado mas tiempo del que pensaba, ha retardado mi correspondencia, prefiriendo la morosidad a las continjencias que han estraviado las de Usted que me cita, i las mías dirijidas a Valparaíso, i después a su destino por mano del señor Salazar.

«Estos accidentes, propios de las circunstancias, han contenido mi petulante deseo de escribir a Usted sobre lo mismo de que habla, en que estamos exactamente acordes cuantos queremos quietud i orden, aunque, como en todas partes, llevan el tono los que solo ven lo que miran, i que solo consultan el interés del momento, i, mas que todo, el personal. Yo no he podido reprimir mi franqueza, hasta merecer la invectiva del autor de la Década en su número 9, pájina 146, a quien he suplicado que publique mi nombre por si desgraciadamente se justifica mi juício.

«La importancia de ocupar a Chiloé nos la ha hecho palpable la esperiencia bien a costa nuestra; pero, en el día, interesa la prontitud, antes que alguna transacción europea radique allí la dominación española, o que tome en depósito aquel punto algún neutral, con lo que, con San Juan de Ulúa i con Montevideo, estarán siempre francas las puertas de la América a las invasiones enemigas.

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